Monday 30 March 2009

Lo Que Queda




K. de Barratt



Suponte que llega el día de las decisiones.

Suponte que ya no hay más palabras, que las mesas
De negociaciones quedan áridas de panoramas; de teorías;
De planes; de treguas. Que llega el tiempo de guerra,
De arrojarse a la montaña, dejar atrás lo que es querido,
De romperse la espalda y emerger, fusil en mano, listo
Para acabar con el enemigo, para llenar los ríos de sangre
Coagulada, hasta que parezcan gelatina derramada
En un cumpleaños atacado por borrachos.

Suponte que es tu hermano.

Supón que es el que una vez llamaste amigo.
Suponte que es un niño jugando a ser soldado.
Supón que es el vecino con el que viste dibujos animados.
Suponte que es un desconocido.
Supón que ves las lágrimas de su madre.
Supón que escuchas los gemidos de la tuya.
Suponte que es tu casa la que arde.
Supón que los gritos son de tus hijos.

Supón que no te importa.

Que estas listo para sufrir lo necesario,
Para dejar atrás tu lado humano, para
Desgarrarte por esta tierra,
Para sacrificar lo amado.
Y suponte que el aire se hace humo.
Que el suelo se viste de caucho derretido,
De banderas chamuscadas, de estrellas de más,
Estrellas de menos, de azules y rojos,
De gatos y perros, del vientre de la patria
Cruzado a latigazos.

Supón que ganas.

Supón que pierdes.

Supón que no importa, porque lo único que queda al final es muerte.
Supón que te haces héroe. Supón que te conviertes en mártir.
Supón que quedas en el campo de batalla de uno u otro lado.
Lo único que queda es tu muerte, mi hermano. Lo único que queda
Es muerte. Sólo muerte. Nada más que muerte. Muerte.

Y quizás, con suerte, tu nombre en una avenida dentro de veinte años.

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