Monday 15 November 2010

I beg you pardon?


De un tiempo a esta parte se me ha metido entre ceja y ceja que la famosa liberación femenina no fue más que un plan magistral para someter a las mujeres aun más, hacerlas trabajar doble y colgarle sobre el cuello la piedra de la culpa, por ser incapaces de ser, en la práctica, la súper mujer del cosmos imaginario de la sociedad. Para muestra un botón: esposito y yo estamos actualmente montando juntos una compañía. Todas las mañanas nos sentamos, frente a frente, cada uno con su laptop y comenzamos a trabajar las neuronas para sacar adelante el proyecto. A eso de la 10, la fulgente directora (leáse, yo) se levanta, arregla las camas, barrer el piso y mete ropa a la lavadora. Esposito mientras tanto está enfocado con precisión suiza en los pormenores del sitio web. Regreso a la laptop hasta las 12:30 y luego me levanto a sacar la ropa, hacer el almuerzo y pasar la aspiradora. Esposito sigue con esa mirada de Superman traspasando paredes y yo escribo un par de parrafos, llamo a potenciales clientes y cuando vengo a ver son las tres y hay que buscar a la niña al colegio. Aquí esposito me hace el favor de caminar la cuadra que separa nuestro departamento de la escuela y yo salgo corriendo a darme un baño antes de que llegue la Rebe y exija ser la única estrella en nuestro universo. Con la chiquilla ya en casa, Esposito regresa a la laptop. Es la hora de besitos, cuentos y tareas. A las cinco la Rebe pide su hora de TV (al diablo con los expertos y los peligros de la televisión) y yo termino de finiquitar un par de emails, actualizo el blog, el twitter, preparo la clase del día siguiente, saco la ropa de la secadora, meto la segunda tanda, riego las plantas, cocino el pollo, pelo las papas, hago el arroz, sirvo la comida, juego con la muchacho, la baño, la meto a la cama –y esposito? En la laptop por supuesto, porque mi esposito es un profesional muy dedicado.

A eso de las nueve me siento a ver American Next Top Model porque la vida es demasiado complicado y uno necesita su masaje mental. Entonces Esposito sube esa mirada azul que le gana a los rayos laser cuando quiere ser cortante y con ese tono de profesor universatario me pregunta si en verdad quiero que esta compañía arranque, porque él no cree que yo le esté poniendo suficiente hombro al asunto. Debo aclarar que mi Esposito tiene muchas virtudes, pero, al final, es un hombre, inglés y “civilizado”, pero hombre al fin. Por lo visto sus horas pegado al monitor le han dibujado hadas en las pestañas: esas mismas hadas que limpiaron la casa y lavaron la ropa y prepararon la comida mientras yo me limaba las uñas frente al ordenador. Así que yo le devuelvo la mirada, con la ceja alzada a lo María Félix y un acento británico puro que haría que la mismísima reina me reclamara como la hija perdida que siempre deseó y le digo “I beg you pardon?” Y Esposito, que no es tonto, recuerda las leyes universales de un matrimonio feliz y dice en su machucado castellano, “nada querida” y se sienta a criticar conmigo a las flacuchas con ansias de modelos. Y mientras Tyra habla y Esposito acarica mi mano, no puedo dejar de extrañar mis días de Diosa Doméstica, cuando igual hacía las tareas del hogar, pero me daba tiempo a respirar…

Saturday 3 July 2010

Oro


Leyendo sobre las escuelas antigua de los misterios, me tope con la figura del alquimista, el que supuestamente estaba buscando la manera de transforma a todos los metales en el metal puro del oro. Al parecer la busquedad no era solo fisica, si no espiritual, y eso me confundio un poco, hasta hoy, en que tuve un momento satori mientras me duchaba. A ver si logro poner en orden las ideas que me llegaron en ese momento.

Supongamos que encuentras una pepita rustica de oro. Si fueras a resumir en una palabra lo que encontraste, dirias: oro.

Digamos que esa pepita es transformada en una cadena de oro. Si lo resumieras en una palabra, dirias que es oro.

Vamos a poner que la cadena es vendida y refundida para convertirse en un lamina que sera insertada en una nave espacial. De nuevo, si solo usaras una palabra para describirla, dirias que es oro.

Pongamos que la nave cae de nuevo a la tierra y se rompe en mil pedazo, incluyendo por supuesto, la lamina. Si buscara la esencia de las particulas regadas por tadas partes que provenian de la lamina, dirias que son oro.

Durante nuestro andar por la vida, pasamos por muchos cambios: de bebes, a chicos, a adultos, a viejos; de gordos a flacos o flacos a gordos; de estudiantes, a trabajadores; de hijos a padres a abuelos; de solitarios a amantes a divorciados a viudos; de amigos a enemigos; de sanos a enfermos, a sanos de nuevo con suerte; de ricos a pobre o vise versa; de felices a infelices; furiosos a magnaminos; de engreidos a humildes o quizas lo contrario. Es decir, de pepita pasamos a cadena a lamina a particula. Pero hay una parte que es inmutable a todo, la esencia de lo que somos, que como el oro, no deja de ser lo que es por los cambio por los que atraviesa. Esas cambios son como vestidos para esa esencia y como los vestidos, los cuidamos, los exibimos, los reparamos y luego llega el dia en que comprendemos que nos quedan demasiado chicos o estan demasiados desgastados para sernos de utilidad. Y sencillamente cambiamos la vestimente pora algo mas apropiado. Todavia no conozco a nadie que llore a moco tendido por un vestido viejo. Porque llorar o sufrir por lo que tenemos que dejar en el camino?

Nosotros no somos ni la tristeza ni la alegria, ni la enfermedad ni la salud, ni la persecucion ni la libertad. No somos ni lo que poseemos ni lo que deseamos. No somos ni lo que amamos ni los que nos aman. Todo eso nos malea y nos amolda, en apariencia, por cierto tiempo, largo o corto, pero no son el Yo eterno que es nuestro verdadero ser. Ni la pepita, ni la cadena, ni la lamina ni las particulas son el oro; son formas que este adapta de acuerdo a las circumstancias. La esencia del oro se mantiene inmune y eterna, no importa lo que ocurra.

Cuando somos chicos, nuestras mamas nos ensenan a cuidar, disfrutar y apreciar nuestros vestido, y eso esta bien: pero ellas son tambien las primeras en comprarnos algo nuevo (a veces menos atractivo - en ocasiones algo francamento feo pero con utilidad) segun la etapa por la que estemos pasando o el tamano que estemos adquiriendo. En ocasiones el vestido se nos cae a pedazos de lo viejo y en ocasiones nos los quitamos con premura porque hay algo mal con el. Creo que algo parecido es la experiencia humana por esta tierra. Y siempre que recordemos que no somos ni lo que aparentamos, ni lo que sentimos, ni lo que tenemos o dejemos de tener, podemos disfurtar de nuestros vestidos humanos y a aprender a quitarnos rapido el que no nos favorece y despedir con dulzura al que nos dio satisfaccion, pero que ya no nos queda.

Todos somos oro. Pero esta en cada alquimista descubrir exactamente de que temple esta echo y cual es la sustancia que no se mueve, que no cambia, que no muere y que es la "verdad verdadera" de su ser.

Tuesday 29 June 2010

El Barbero


Hace poco leí el siguiente cuento en Facebook que va más o menos así: “un hombre va a
donde un barbero y ambos comienzan a charlar. La conversación da un giro hacia la religión y Dios y el barbero dice que no cree que Dios exista, porque si no habría tantos crimines, ni pobreza, ni niños de la calle. El hombre le pide al barbero que se asome con el un momento a la puerta y le señala a un grupo de indigentes con los cabellos largos y sucios. Según tú, entonces, dice el hombre, los barberos no existen, porque de lo contrario estos hombres tendrían el cabello corto. Pero eso es ridículo, dice el barbero, yo existo; no es mi culpa que la gente no me busque.” La moraleja del cuento es que Dios existe, solo que la gente no lo busca… ¿o lo es?

Vamos a desglosar el cuento por un momento. El barbero dice no creer en Dios porque la injusticia y la miseria existen. Pero según el cuento, la culpa no es de Dios, si no de la gente (los niños de la calle, las victimas de los crímenes) que no los buscan. Luego tenemos al uso de los indigentes, que tienen el cabello largo porque no buscan al barbero (Dios). Excepto que si esta gente es indigente, pues ni que buscaran al barbero, porque probablemente no tendrían dinero para pagar el corte de cabello. (Habría que preguntarse porque los “indigentes” no buscan al barbero –quizás los han convencido que el barbero no los va recibir por su condición o exigirá un precio muy alto por el “corte de cabello”). No estoy seguro cómo queda Dios en esta parábola, pero a primera vista, no muy bien. A menos que algo más sucediera. ¿Qué tal si Dios actuara a través del amor que existe en todos nosotros y el barbero, al ver a los indigentes, se abriera a la inspiración y, dejando de lado sus intereses personales, invitar a los indigentes a su barbería y les cortara el cabello, no tanto para probar su propia existencia/importancia, si no como un acto de amor y caridad hacia aquellos en circunstancias difíciles?

Que tal si en vez de buscar probar la existencia de la Divinidad en parábolas rencauchadas desde gringolandia, nos detuviéramos a tender la mano al chico de la calle, a ofrecer consuelo a la victima, a encontrar la manera de evitar que nuevas generaciones se lancen al mundo del crimen, a buscar la justicia, legal y social, a practicar el perdón, el amor y la caridad, no para probar nada, no para comprar tickets al cielo o evitar al infierno, ni probar que mi dios es mejor que el tuyo, o para complacer a salvadores y mesías, si no hacerlo simplemente porque somos humanos; porque estamos juntos en esta historia; porque muchas veces la diferencia entre “esos” y “nosotros” son las circunstancias y la manera en que se nos ha enseñado a enfrentarlas; porque no somos mejor que nadie, solo mas afortunados; porque amar se aprende amando y donde no hay amor no puede haber Dios.

Santa Teresa dijo algo que para mi es clave: “Dios no tiene mas manos que las tuyas”. Si quieres probar su existencia a los que no creen, vive en el y para el amor. Antes que Jesús apareciera, al Rabino Hillel alguien le dijo que se convertiría al judaísmo si este le explicaba la Biblia hebrea (La Tora) mientras se sostenía en un solo pie. Hillel levantó una pierna y dijo “Ama a Dios y ama a los demás como a ti mismo. En eso radica todas las leyes y profecías. Lo demás es comentario”. Quinientos años antes de la era cristiana, el Tao, Buda y Confucio ya habían enseñado la regla de oro: no hagas a los demás lo que no quieras que te hagan ti. Jesús fue muy claro cuando dijo que todo el bien que le haces a otra persona, se lo estas haciendo a él –igual que el mal, ya sea en acción u omisión. Y en esta época, el arzobispo Desmond Tutu de Suráfrica resume todo a “Eres un hijo de Dios y Dios no tiene favoritos; él te ama at i y a tus enemigos.” Sinceramente creo que a la Divinidad le importa tres cominos que crean en ella o no. Pero si le debe doler que por miedo, prejuicio o indolencia no tendamos la mano al otro y nos esforcemos, juntos, para hacer de esta vida el reinado del Amor.

Thursday 10 June 2010

SEPTEMIO (cuento)


















I

negrura


Navego vendada en lago de oscuridad,
adivinando por fe la luz de las estrellas.


II

amor

Desde las selvas precámbricas hasta el café parisino de 1943,
centurias de intenso recorrer tornando a mis sueños en brújula,
intuyéndote en el perfume de una ráfaga inesperada,
en el eco argentino de una lejana canción,
en el brillo acuoso de una mirada tres segundos demasiado larga
--esperando, siempre esperando, que algún día finalmente seas tú.



III

nocturno

Serena, bruma, sombra;
espliego, romero, álamo;
ylang-ylang;
plata;
falda, gitana, panderos;
guitarras, romances, sonatas;
arena, río, gemido, peces;
rocío, seda;
tibio, lirio;
suspiro;
estrella;
piel;
quietud;
ambrosía;
brasas;
alma, paz;
ensueño, amor;
hombre, mujer, mundo, vida;
ocaso, noche, amanecer.
Mañana.
Mía.


IV

íntimo

Se abarcan. Se tocan...
sus dedos entretejiéndose,
sus cuerpos hilvanando un tapiz oriental;
un tantra sagrado de voluptuosa rigidez,
el brillo de la piel goloso, opulento como las carnes,
las caídas, las montañas, los bosques cruzados de salados arroyuelos,
decorados con sombras juguetonas que salpican aquí y allá,
acariciando, dibujando deslizantes el volumen,
el espacio, la unión subyugante,
serpiente azteca sin principio ni fin,
hermosos sacrificios humanos ondulándose sobre el altar,
llanto y risa en una sola faz, león y cordero
cambiando de lugar, una y otra vez,
devorándose a lengüetazos, profundos, obscenos,
urgentes como el sismo pélvico que los hace danzar,
el uno con el otro, el uno sobre el otro, el uno contra el otro,
el uno en el uno, el uno en el todo,
el todo en la reacción física que atiza llamas,
que engendra chispas, que crea súper novas y luego hoyos negros,
el olor a vainilla y fresas viajando en nebulosa por todo el universo.


VI

silencio

Se me cayeron las palabras en el silencio
espeso y empalagoso de la miel rancia
que aún conserva una burla de dulzura
de la flor primaveral que fue fuente de su origen.
Estoy muda de dolor, ensordecida por mis gritos silenciados,
por el aullido inaudible enrroscado en mi garganta enmohecida,
fría como mi vida, destruida como mi suerte,
larga, lenta y triste como mi fin
que no llega, que no aplaca, que no se apiada de mi
y me deja desnuda ante el cristal distorsionado
de tu espantosa mentira, cruel, maligna,
filosa, ardiente, vergüenza silenciosa, cuchillo cazador,
instrumento fiel de la muerte,
verdugo inevitable de mis palabras sepultas,
fantasmas errantes que no llegaron a nacer...


VII

némesis

Hiero con crueldad a los que me hieren.
Con sutil malicia los veo debatirse en la telaraña tejida por mis dedos,
Ariadna sepulcral robando el hilo de las Parcas,
girando la rueca del destino, indiferente ante las gotas de mi sangre
derramadas por el huso, que salpican, con obscuros rubíes,
el fino arte de mi venganza.

Wednesday 26 May 2010

Morir en la orilla


Que curioso descubrir que el dolor de un corazón roto es igual a los 45 que a los 15. Las lágrimas son igual de calientes y saladas y los ojos se derriten bajo el mismo fuego y la misma garra aprieta el cuello y te deja sin palabras; sin esas palabras grandes, rimbombantes y sabias que te tomó décadas aprender -para nada. Porque es el mismo ángel obscuro el que se sienta sobre tu pecho y la misma ave la que estiras sus alas negras dentro de tu caja torácica y te rasguña desde adentro. Sólo que a esta edad, en medio de la desesperación, te preguntas si en vez de tristeza no será un ataque al corazón, de esos fulminantes, y aunque hay una parte de ti a quien eso particularmente no le molestaría, esta la otra que piensa en la niña, el marido, la hipoteca, los costos del funeral y te das cuentas que un ataque al corazón no es un lujo que te puedas dar, ni una depresión bizantina, a lo Alfonsina, arrojando flores y recitando frente al mar. Pero hay cosas que no cambian. Y al igual que a los 15 te encierras en el baño a llorar y busca canciones que de alguna forma hagan eco a tu dolor y te limpias las lágrimas con papel higiénico mientras canturreas a medio voz primero, esperando ese instante de libertad cuando la casa queda a solas, para entonces hacerlo a todo grito, intentando, esperando, que los chillidos que pretenden imitar a Aerosmith, de alguna forma desactiven la bomba de tiempo, espanten al ángel y atormente al ave negra hasta morir. Y en medio de tu reacción quinceañera que olvida tratados espirituales y de psicología, caes en cuenta que hay cosas que no tienen remedio. Tanto nadar para morir en la orilla…

Monday 15 March 2010

Yeah Baby










Lo bueno de llegar a cierta edad es que al descubrir cosas sobre nosotros mismos, nos damos cuenta de que no hay tal descubrimiento; que siempre lo supimos, intuitivamente, allá en el fondo, donde la verdad aguarda, tamborileando los dedos, esperando a que dejemos de buscarla afuera y comencemos a encontrarla adentro.

Yo, por ejemplo, se ahora, mas allá de toda duda o raciocinio, que en otra dimensión fui –o soy- una chica de bar. No de botiquín habanero ni casino mexicano. Mi bar inter-dimensional es puro Blues; lleno de voces negras y teclados de pianos, flotando en la niebla azul de cigarrillos trapecistas que cuelgan artísticamente de las comisuras de labios pulposos, que se estiran, cual gatos, incapaces de evitar la sonrisa cuando las notas golpean las sienes,las muñecas, el tórax y recorren el cuero cabelludo como hormigas de alguna fantasía animada de ayer y hoy. Más que la Michelle Pfeiffer sobre el piano de los Fabulosos Muchachos Baker, soy Jeff Bridges, incapaz de contener los movimientos de sus dedos y cabeza; un Michael Bublé regresando a sus orígenes; una Ella Fitzgerald reinando desde la eternidad;una Nina Simone...ah, una Nina Simone...esa diosa negra de indiferencia egipcia, sentada frente al piano, sintiéndose bien. Oh yeah.

En el Blues se me olvida todo. Me importa un pito defender la lengua castiza y los poemas de Lorca y la grandeza de la cultura latinoamericana, tesoro oculto que algún día el mundo descubrirá. El Blues es mi helado de mantecado, a lo Mafalda. En el Blues no soy madre, ni esposa, ni hija, ni amiga; me importa un comino el gobierno y el destino de la ballena azul.

En el Blues soy toda curvas y mis huesos dejan de ser firmes para hacerse lianas serpentinas, los parpados, doseles de terciopelo, demasiado pesados para mantenerlos totalmente abiertos. Y los labios se me humedecen, borrachos de mi misma, de esa fuente que brota desde el centro y lo arrastra todo: pensamientos, recuerdos, lógica, miedos, pudor. En el Blues me hago sin vergüenza. Oh yeah. Me hago zorra en vestido rojo de esos que hay que coser con uno adentro, y los tacones que jamás usaría en este lado de la realidad, están soldados a mis pies. Y sin embargo…

No quiero más mi piel sobre mi piel que la mía, más roce ajeno que el de las sombras esparcidas por esta soledad acompañada, porque en el Blues soy mi propia amante, o quizás la amante intangible de todos, de cada uno en las mesas, viviendo su éxtasis personal: derramándose, derritiéndose, deshaciéndose en el ritmo hipnotizante que hala desde de adentro, que acaricia, atrae y empuja como en un tango y torna al mundo en arte cubista, todos los lados escalando por los lados, ojos que se besan y orejas que se toman de las manos y no hay nada mas que palpitar, tam, tam, y la vida entera huele a Nueva Orleans y los vasos sanguíneos se hacen cuerdas de bajos y los senos curvas duras de saxofón y todos somos africanos americanos, independientemente de el accidente de nuestro nacimiento, y al final, hay que chasquear los dedos, si baby, hay que chasquear los dedos y fruncir los labios en un beso imaginario y rotar el cuello para hacer de la cabeza una versión sub-realista de caderas, bamboleándose, que barren el aire con la falda alboratada de cabelleras desatadas, oh yeah, oh yeah. Oh.Yeah. Oh yeah baby.

En otro lugar hay cenas que preparar, tareas que revisar, conversaciones que sostener, causas por las que luchar. Aquí, solo estoy yo, baby. Solo yo. Yo.

Y me siento bien.

Tuesday 9 February 2010

Y Nunca Mas la Vio (micro cuento)



Salió veinte minutos después que su esposa. Encontró las llaves aun pegadas a la puerta del auto, la cartera abierta vomitando papeles y labiales y unos pocos metros mas allá, un solitario zapato negro, reflejando el sol en su cuerpo de charol.

Thursday 4 February 2010

EL MUNDO AMARILLO (cuento)









-El mundo amarillo es igual a éste, pero mejor. Mucho mejor.
La muchacha humedeció el pedazo de algodón en alcohol y preguntó.
-¿Cómo “mejor”?
El niño se encogió los hombros.
-Sólo mejor. ¿Y sabe una cosa Srta. Fernández? Cuando me vaya para allá no voy a regresar.
Hizo una pausa y la observó fijamente.
-Nunca más.
Mariana tragó en seco y vistió su voz con la más pura suficiencia catedrática.
-Daniel, no existe un lugar así --dijo, mientras limpiaba con cuidado le herida en la boca del pequeño-- ¿Recuerdas lo que hablamos la otra vez, sobre la realidad y la fantasía?
-¡Pero el mundo amarillo es real maestra!
La miró suplicante y continuó.
-Tiene que serlo. Sólo hay que creer que lo es. Pero creer de verdad. No cómo cuando juegas a los piratas y te imaginas que las ramas son espadas, sino cómo, cómo cuando sabes que algo va a pasar, cómo el día, que se acaba, no importa lo que hagas o inventes, el día se acaba y la noche viene, Srta. Fernández, la noche siempre viene...
-Daniel, por favor.
-...y si crees que el mundo amarillo es real, así de corazón, tan seguro como que la noche viene, entonces un día, cuando lo que sientes aquí adentro es tan grande que duele y no puedes respirar y los ojos se te queman y ya no hay a donde correr y no aguantas más y pides, con fe, Srta. Fernández, con verdadera fe, que se abra la puerta, entonces el mundo amarillo llega hasta a ti y no tienes que volver. Jamás.
Mariana observó al chiquillo sentado sobre el escritorio, los ojos relampagueantes, febriles, el pequeño torso subiendo y bajando, los labios magullados temblando y lo tomó de las manos.
-Por amor de Dios, Daniel ¿de qué me estás hablando?
-Del mundo amarillo, Srta. Fernández, a donde van los que no están.
-¿Te refieres al cielo?
-¡No! -exclamó Daniel con impotencia- Eso es para los muertos. Yo digo los que no están, los que no quieren que los vuelvan a encontrar. Y yo me voy a ir con ellos pronto, muy pronto.
-Daniel...
-¿Y sabe algo Srta. Fernández?
-¿Qué?
-Yo creo que usted se debería ir conmigo.
El dolor, agudo, punzante la extrajo del recuerdo y la regresó al salón de espejos y telas. La modista, aguja en mano, se disculpó y Mariana murmuró algo a penas audible. A las tres semanas de aquella conversación, Daniel Miranda había desaparecido. La policía lo buscó día y noche: revisó bosques, detuvo autos, visitó amigos, vecinos, investigó a vagos y borrachines de profesión, publicó carteles en otras ciudades, encerró a dos sospechosos, infructuosamente. Al mes habían perdido toda esperanza de encontrarlo vivo, a los seis meses los compungidos padres ofrecieron una misa por el descanso de su alma y al año ya no quedaba ni su ausencia. Daniel se convirtió en foto sepia pegada a unos cuantos muros: indiferencia, ayer, olvido en la mente de todos, excepto en la de Mariana.
En cada rostro infantil que veía, en cada día vacío dentro de la ajustada red del pequeño pueblo infernal, en los minutos enrarecidos que se multiplicaban en horas, días, meses, años, recordaba las palabras de Daniel (un mundo igual a éste pero mejor) y al hacerlo evocaba los ojos centenarios del pequeño de ocho años, los moretones, el brazo partido, la forma en que se encogía ante cualquier gesto de cariño.
Mariana lo había sabido. Todos lo habían sabido en realidad, pero la única tonta en pensar que se podía hacer algo al respecto había sido ella. Recordó la vez en que llevó el caso ante el director de la escuela. El hombre la observó con ojos gélidos mientras ella expresaba sus sospechas y luego sonrió paternal, recordándole lo difícil que era educar a un niño en estos tiempos, las ventajas de la disciplina y el hecho de que el padre de Daniel era miembro de la junta directiva, por no mencionar socio ilustre del club social, reconocido benefactor de la comunidad ¿y acaso no era Alejandro Miranda un antiguo amigo de la familia Fernández? Ella debía conocer por cuenta propia la rectitud del caballero y si Danielito tenía uno que otro magullón, ¿no era ese el estado natural de cualquier chiquillo saludable?
-Usted no está entendiendo señor director. No estoy hablando de raspones que se hacen en juegos. Daniel tiene cortadas, marcas en forma de zapato, ¡hasta quemaduras de cigarros! Alguien tuvo que habérselas hecho, alguien tuvo que haberlo lastimado así, torturado así, alguien...
-¿Quién Srta. Fernández?
-Pues señor, yo pienso que... pienso que fue...
-Cuidado con lo que vas a decir Marianita. No vayas a tener que arrepentirte después. Recuerda lo que dice tu mamá: “Piensa primero, habla después”. Muy sabia tu mamá, ¿no crees?
La habitación giró en redondo y sintió cómo se le hundían los bríos en el hueco negro del ayer al comprender que el hombre ante ella no estaba interesado para nada en la suerte de Daniel; que lo sacrificaría en un instante, junto con ella, con tal de continuar jugando golf en las cuidadas praderas del club, recibiendo la tan ansiada invitación a la fiesta anual de Roxina Miranda, reina madre del pequeño enjambre que conformaba la sociedad provinciana a la que ambos pertenecían
-Pues bien, entonces no ha pasado nada. ¿Correcto Mariana?
Mariana suspiró profundamente y asintió.
-Y ya que todo está arreglado -sonrió- ve, relájate, camina por el parque, cómprate algo nuevo. Esta pasantía del liceo te está preocupando demasiado. Y una linda muchacha cómo tú debe ocuparse de cosas más agradables -la tomó del brazo y la condujo hasta la puerta -y no te olvides de saludarme a tu mamá. Quizás la llame hoy. Tenemos tanto tiempo sin hablar, tu mamá y yo.
Mariana se mordió los labios y salió con pasos cansados, la distancia entre el colegio y su casa achicándose cruelmente (la noche siempre viene), los dedos desfasados impidiéndole atinar la llave en la cerradura, la espada sobre su cabeza girando lentamente, una vez más. Trató de sonreír cuando entró a la casa, pero sólo logró una mueca congelada al ver a su madre colgar el teléfono.
-Acabo de hablar con el director -dijo la madre a modo de saludo- Está... ¿cómo decirlo? -chasqueó los dedos- intrigado por tu actitud.
Mariana miró de lado, apretando los dientes, rogando para que el ardor en sus ojos no se transformara en lágrimas
- Nunca dejas de sorprenderme Mariana. ¿Cómo se puede ser
tan idiota a tu edad?
…la resequedad en la garganta no le quebrara la voz…
-A veces creo que en vez de enviarte a la escuela normalista debí buscarte un cupo en una colegio de retrasados mentales.
…no esta vez, por una vez, que pudiera, que pudiera…
-¿Tienes idea del problema en que pudiste habernos envuelto? ¿La tienes? ¡Contéstame!
-Pero mamá...
-¿Pero mamá? ¿Es todo lo que tienes que decir, “pero mamá? ¿Será que los dos escasos dedos de inteligencia que tienes no sirven para otra cosa que para hacer figuritas de plastilina? ¡Mira que meterte con Alejandro Miranda de entre toda la gente!
-Pero es que si vieras a Daniel mamá.
-No tengo que ver a Daniel; sé todo lo que hay que saber de él, todo el mundo lo sabe. Es un dolor de cabeza para sus padres y si Alejandro tiene que castigarlo para que aprenda, pues, bien hecho. La mano dura nunca mató a nadie. Si no, mírate.
Mariana dejó escapar un soplo de ira, la indignidad reinando sobre la precaución.
-¿Cómo puedes decirme eso, mamá? ¿Cómo puedes pararte ahí y declarar que aterrorizar a un chiquillo es algo correcto? ¿En que mente retorcida puede caber semejante monstruosidad?
A pesar de los años de práctica, no logró esquivar la mano a tiempo y cuándo abrió los ojos, después de la descarga de dolor, se encontró en el suelo, al lado de la lámpara rota, tiritando, saboreando la sangre que le bajaba a raudales desde la nariz hasta el mentón.
-Jamás vuelvas a contestarme así -siseó Gladys, cobrando dimensiones colosales sobre su hija- Y apréndete esto de una vez: muchacho no es gente y si hay que doblegar y romper para que salga algo bueno de él se hace y punto, porque esa es la obligación de los padres. No te atrevas a juzgarme, porque tú no tienes la mínima idea de lo que yo he padecido pare tenerte dónde estás. ¡Y no llores! Que se supone que eres una mujer... Mira este desastre. Anda, límpiate antes que llegue tu padre.
Lentamente, Mariana se puso de pie y comenzó a subir la escalera, la voz serpentina de la madre siguiéndola.
-Y pon la camisa a remojar en agua fría, que aquí no ha pasado nada, ¿entendido?...bien...espera...dime ¿prefieres pollo o carne para la cena?
-¿Perdón?
-Es que tengo una nueva receta de pollo guisado que me dieron en la asociación de damas que es una maravilla.
Silencio.
-¿Y entonces?
-Pollo. Pollo está bien.
Un mundo igual pero mejor, había dicho Daniel. Igual pero mejor. Mucho mejor.

****
mariana
Mariana.
¡Mariana!
Mariana pestañeó y enfocó la mirada sobre el rostro impaciente de su madre.
-¿Qué?
-Qué si prefieres las perlas a las flores –replicó con fastidio Gladys.
-¿Perlas?
-Perlas, para la corona. Ay, qué manía la tuya de vivir en la luna. Déjalo así. ¿Qué piensas tú Rodolfo?
El hombre tomó ambos adornos, los miró con detenimiento y decidió.
-Flores. Nada cómo la belleza de la naturaleza para resaltar la juventud. ¿No lo crees querida?
A duras penas, Mariana sonrió. A los dos años de la desaparición de Daniel su vida se había transformado en una montaña rusa y algo le decía que después de la última caída ya no habría regreso.
Rodolfo había entrado a su rutina en algún momento que no podía precisar: una presentación en una reunión, una pieza de baile por compromiso, una conversación banal sobre la coincidencia de que ambos abuelos maternos hubieran asistido a la misma universidad. Una tarde llegó a casa y lo encontró, taza de café en mano, deleitando a sus padres con una frívola historia de sus años en Buenos Aires. Luego vino a almorzar, después a cenar y de repente, una noche cualquiera, la invitó a caminar por el sendero del río, para ver las estrellas. Estuvo a punto de excusarse, pero la expresión de los dos pares de ojos sobre ella inhibió toda protesta.
En cuestión de semanas las visitas se hicieron diarias, el nombre de Rodolfo tema obligado en la mesa, junto con todas sus virtudes, viajes, donaire, encanto, galanura, riquezas. Mariana intentó detener la avalancha, pero fue imposible. Inesperadamente, amigas olvidadas reaparecieron, envueltas en perfumes y sonrisas; las señoras de la iglesia comenzaron a saludarla con edulcorada efusividad, las vecinas deteniéndola en la calle, comentando lo hermoso que sería tener una boda en Mayo. Más de una vez trató de hablar con Rodolfo, de aclarar la situación, pero entre halagos y risas él acallaba sus palabras con un “si querida, ya sé lo que tratas de decir”.
La noche en que él se arrodilló y le presentó la sortija, Mariana sacó su última reserva de fuerza y le dijo, sin preámbulos, que no, que no lo amaba, que no se casaría con él, que se fuera, por favor, y la dejara en paz. Hubo un instante de silencio y luego Rodolfo Andrade, tirano de corazón, se transformó en piedra ante sus ojos, la mano que sujetaba la suya afilándose en garra afilada que se hincó en su piel con saña hasta cortarle la circulación y hacerle entender, finalmente, porque la había elegido a ella. Cuando él volvió a sonreír, con aquella boca de dientes perfectos, diciendo “Tranquila querida, sólo estás algo aturdida, es natural”, Mariana rompió a llorar cómo no lo había hecho antes, paralizada por el miedo en su sangre, y supo, con certeza matemática, que la noche venía, corriendo, galopante, indetenible, para cerrar definitivamente la puerta de la cárcel de terror, en donde siempre había vivido y de la cual ya no había escape posible.
Desde el cristal, Mariana observó las criaturas tras de ella. La madre preguntaba algo al novio sobre la altura del descote, mientras la modista comentaba lo fino del tejido y la ayudanta cambiaba la corona de perlas por una guirnalda de flores. Trató de expandir sus pulmones, pero el traje de encaje blanco se lo impedía. Sintió como se retorcía sobre su piel, arañándola, comprimiéndola cómo una armadura medieval tres tallas demasiado pequeña y de repente las paredes se arquearon sobre ella y un ruido patinó en sus oídos, algo cómo una voz quebrada y creyó ver en los vestidos de tafetanes apilados sobre las sillas los cuerpos amortajados de sus hermanas de historia, susurrando su suerte, su muerte, decretada ahí, ahora, en ese momento, ya.
-No me quiero casar.
-¿Dijiste algo querida?
-No me quiero casar.
-No seas ridícula, niña. Ya todas las invitaciones están enviadas, ¿no es así Rodolfo?
-Claro Gladys. No te preocupes. Mi amorcito sólo tiene un pequeño ataque de nervios, comprensible por demás ¿verdad querida? Quizás no debí venir.
-Por supuesto que sí. Tienes un gusto impecable... algo que por cierto tendrás que enseñar a la pobrecita. Yo hice lo que pude, pero ya sabes cómo es.
-Tranquila, que cuando termine con ella será toda una princesa. Qué digo princesa, ¡una reina! ¿No es así cariño? ¿Cariño? ¿Querida?
Mariana los veía a través del espejo, la vida entera desfilando ante sus ojos, la vida con ese hombre, la vida en ese pueblo, en ese mundo contra el cual casi no tenia fuerzas para luchar.
-Mariana, responde a tu novio, ¡no seas maleducada!
Un mundo seco, de dolor y miedo.
-Estas pálida amor y tiemblas ¿quieres agua, un coñac tal vez?
Y comprendió que era ahora o nunca; sólo había que creer; sólo tenía que creer, que creer.
-¿Te ocurre algo hija? Contéstame....
-Hay un mundo amarillo igual que éste, pero mejor.
-¿Qué?
Mucho mejor.
Empujó a Rodolfo con rabia y corrió, escaleras abajo, velo al viento, volando, rayo blanco en la acera, huyendo, escapando de los gritos tras de ella –tenía que creer, de verdad creer, en el mundo amarillo igual que éste pero mejor—los zapatos saltando frente a la tienda de antigüedades, la cola engarzada en el hidrante de la calle mayor, las sombras a sus espaldas derramándose por la calzada –mucho mejor que éste— la falda desgarrándose al trepar por la reja de la escuela, el sonido de pisadas tras de ella semejante a una marcha de esqueletos, los llamados olas de aire caliente que le cortaban el aliento, los sentidos, reduciéndola al sólo palpitar dominante de su corazón que rebotaba sobre su pecho, su sien, sus ojos, toda ella palpitar, toda ella explosión –mejor que éste, un mundo amarillo– y al chocar contra la puerta cerrada del colegio vio cómo se estrellaba su fugaz esperanza, el infierno en su retaguardia, inevitable, océano infausto a punto de tragársela y se arrojó al pozo albino de su vestido en un último acto de fe, un zarpazo aleteando sus cabellos a medida que caía en la seda y el encaje y la gasa, la oscuridad rozando sus hombros, pintándolos de escarcha, casi, casi alcanzándola, la noche que venía, que invariablemente viene, a punto de clavarse en su alma para siempre –un mundo amarillo igual que éste pero mejor, igual que este pero mejor, igual que este pero mejor—
-¡DANIEL!

Un mundo amarillo igual que éste pero mejor. Mucho mejor.

Abrió los ojos húmedos, aterrorizada. Posó la vista sobre la puerta de vidrio del colegio, esperando verlos detrás de ella. Pero no. Sólo estaba su reflejo. Sólo su reflejo. Sólo ella y nadie más. Giró suavemente sobre su nave blanca, trémula aún y tragó en seco. El jardín se extendía infinito, solitario, la brisa sutil arrastrando algunas hojas sobre una bruma dorada que se enroscaba en los aleros del edifico, alrededor de los árboles que se alzaban en verde esplendor, recortándose sobre un cielo hipnotizante, color durazno fresco.
-Srta. Fernández.
Mariana vio el rostro sonrosado y tuvo que taparse la boca con la mano para no dejar escapar un sollozo, un sollozo contrario a todos los demás, impoluto, purificador, una mano fresca que borraba la fiebre y traía el reposo, la paz.
-No es amarillo Daniel. Es dorado.
Daniel se encogió los hombros, sonriendo. La tomó de la mano y la llevó por la reluciente vereda del mundo amarillo, igual que este pero mejor, a donde van todos los que no están, para no regresar jamás.

Fin

Wednesday 3 February 2010

Guerra (micro cuento)


¿Por qué lloras?
-Porque me dijeron que mi unico chance de escapar era tomar el tren a Podlugovi.
-¿Y?
-Ya no hay trenes a Podlugovi.

Fin (micro cuento)





-¿Escuchaste? Ya reanudaron los trenes hacia Podlugovi!
-Lo se...
-¿Y por qué no te alegras?
-Porque ya no hay Podlugovi

Monday 25 January 2010

Los Héroes de Internet





Hoy tengo el avispero alborotado. En estos momentos muchachos venezolanos están a la calle protestando y yo los entiendo y comparto con ellos su angustia, porque mi confusión existencial no borra mi anti-chavismo, ni mi disgusto ante lo ineficaz y opresivo del gobierno. Y mientras trato de seguirlos a través de las noticias y de mantenerme de alguna forma en el positivismo, los mensajes de los héroes de internet no dejan se saltar en facebook y otros foros, pidiendo, exigiendo, que los venezolanos dejen la pasividad y se echen a luchar por la libertad. La cual es loable hasta cierto punto, si no fuera por la ubicació de estos héroes.

Los héroes de internet son venezolanos como yo -en el exterior- que nos recuerdan, una y otra vez, que la solución al problema de Chavez no tiene salida pacifica. En sus días buenos apelan a nuestra herencia histórica; en sus días malos llaman a todos los ciudadanos del país cobardes, vagos, hombres con pantaletas. Y se preguntan qué tiene que pasar para que el venezolano se eche a la calle, a salvar a la patria;a salvarla con pailas y banderas,supongo,porque hasta donde yo se,la mayoría de los venezolanos no guardan armas de guerra en sus cocinas. A los héroes de internet no les parece importar que los venezolanos en Venezuela tienen una década caminando, marchando, protestando, haciendo cacerolazos, haciendo huelga, agarrando firmas, votando, metiendo demandas, viajando a instituciones internacionales, agarrando gas del bueno y perdigones del bueno y arrojando su cuota de sangre, lagrimas y vidas en las aceras de la patria. Pero eso no es suficiente para los héroes de internet.

Los héroes de internet quieren ver la versión criolla del muchacho de la plaza de Tiananmen, pero por triplicado; el Caracazo en todo el país; el 11 de abril en enero; la guerrilla colombiana en las selvas de Guayana; la invasión norteamericana de Panamá en las playas de La Guaira -todo mientras ellos están seguros en sus casas de lindos jardines y vallas blancas, mientras sus hijos juegan, a salvo, en parques de inmaculada grama. Yo no niego que la situación en Venezuela se hace cada vez mas critica; ni niego que quizás, al final, la violencia termine por reinar y enfrentar a los de aquí y a los de allá y sabrá Dios quien ganará. Pero en mi humilde opinión, todo aquel que proponga como solución la guerra, debe estar dispuesto a dejar la seguridad de sus nuevos hogares y agarrar sus machetes y lanzarse al monte como los demás. Tiene que estar dispuesto a sacrificar a sus hijos a la angustia, al hambre y a la muerte a los que se exponen todos los chiquillos que pasan por el terrible infierno que es una guerra civil. Y si no están dispuestos a hacerlo (algo por demás comprensible) entonces su apoyo debe ser otro. Porque es muy fácil pedir correr sangre, cuando el ADN de uno está de lo más tranquilo allende los mares.Por los momentos mi amor está con los muchachos venezolanos y mis pensamientos andan pidiéndole a la Inspiración ideas a ver como puedo hacer mi parte.

Thursday 21 January 2010

Palabras de Odio





Debe ser que me está pegando el año del tigre, que según despierta en la serpiente ganas de lucha, pero me estoy encontrando, no peleando, esa no es la palabra justa, si no más bien no dejando pasar ciertas cosas que, aunque en el fondo entiendo, igualito me molestan. Y entre ellas esta esa manía de insultar al adversario. Que se haga una que otra vez, para dejar salir la presión, se entiende y es necesario. Pero cuando se hace un lugar común, cuando no podemos referirnos al otro sin vilipendiar, se crea una burbuja de oscuridad, de rencor y de resentimiento que nos encierra en una cárcel con eso que detestamos.

Las palabras son retroalimentación para el alma. Las palabras son sagradas. Por eso el Dios Bíblico jamás dice su nombre y la Diosa Isis le jugó una treta a Ra, porque al saber el vocablo que lo definía podía ejercer control sobre el. En la novela "1984" el gobierno totalitario del Gran Hermano tiene un departamento de Neo-Habla o Neo-Lengua, dedicado, entre otras cosas, a borrar palabras del diccionario, porque ¿si no sabes cómo se llama algo, cómo puedes saber lo que es, o que lo deseas o lo necesitas, como el amor, el respeto o la libertad? En los hogares en donde hay castigos (medidos) corporales -la famosa nalgada o palmada en la mano- el adulto que de ahí proviene tiende a recordar esos incidentes con una especie de orgullo, ternura, entendimiento y hasta diversión. No así la palabra mal dicha. Antes de que en la Alemania Nazi se matara al primer judío, se había dejado escapar torrentes de palabras, por años, en contra de ellos, hasta el punto de deshumanizarlos; de verlos y no poder evitar recordar algún mensaje: que si ladrones, que si explotadores, que si vagos; que si asesinos de Cristo.

Y esa es mi molestia y ese es mi miedo. El tener que escuchar a personas que se consideran justas, democráticas, cristianas, dejarse llevar por ríos de palabras que denigran al otro, que le quitan moral, bondad o derecho sólo porque están en el lado contrario del nuestro. Los acusamos de tercos, de burros, de ignorantes, de vendidos, de vagos, de ladrones, de corruptos, de vende-patria, de vasallos, de abrazar un ideal dictatorial porque no piensan como nosotros. Es decir, no son buenos porque no piensan como nosotros; no son morales porque no piensan como nosotros; no son patriotas, porque no piensan como nosotros; no valen nada porque no piensan como nosotros. Y luego nos quejamos porque sentimos que el gobierno ataca nuestro derecho a ser como queramos.

Claro, siempre habrá el que diga que ellos no nos llaman precisamente angelitos. Cierto, pero lo cortes no quita lo valiente. Aunque estoy segura de que alguno le habrán pasado por la mente y los labios, estoy por leer el primer mensaje denigrante que Gandhi o Martin Luther King utilizó para referirse al adversario. Mas me pregunto, ¿cuántas palabras teñidas de odio habrán escuchado los tutsi antes de agarrar sus machetes y lanzarse contra sus vecinos? ¿Y los serbios contra los musulmanes? ¿Y los musulmanes contra los occidentales?

Todavía no conozco personalmente a ningún ateo declarado (excepto yo misma y eso fue por unos cuantos meses); todos los que me rodean creen el alguna especie de Divinidad de amor y luz y la gran mayoría en el Dios cristiano. Lo que a pide a gritos respuesta a la pregunta:, ¿en dónde están esas creencias de amor y hermandad y perdón y aceptación cuando se dejan llevar por la rabia; cuando no lo piensan dos veces para insultar a poblaciones enteras por ser tan increíblemente brutas y bestias y no ver que ellos tienen la razón y no los otros, porque son más educados y estan mejor preparados y son más lógicos y -esto se lo tragan, pero ahí esta, en un suspiro- estan un escalón a arriba en la gran escalera automática de la vida. ¿Qué les cuesta ver el mundo cómo ellos? ¿Porque no pueden tener las aspiraciones de sus mejores? ¿Por qué, Dios mío, tienen que ser tan mente 'e rancho para no ver lo que les conviene? ¿Qué se puede esperar de un país de flojos, ignorantes y vagabundos? Con razón es que estamos como estamos,dicen: es que nos merecemos todito lo que nos pasa, pobrecitos nosotros, que vivimos en un Haití diario, en un Dafur, en una Irak devastada, porque nada ocurre en este planeta que no encuentra comparación con la realidad venezolana diaria y si alguien se cae, ay mijta, eso no es nada, nosotros tenemos una pierna rota, porque imagínate esta niña, que perdí la balckberry, y si en el medio oriente explota una bomba, eso no es nada con lo que ocurre aquí, por culpa de esos malditos coños de su madres monos chavistas -y viste que Chávez dijo que su abuelo era italiano, que carrizo va ser italiano el bicho ese, su abuelo es un burro allá en Barinas que se cogió a la negra de su abuela.

Quisiera decir que las palabras anteriores son obra de mi inspiración. Lamentablemente son palabras recogidas de aquí y de allá, de foros y páginas de gente que se considera decente, justa, igualitaria, buenas personas, democráticas y nada racistas. Y lo peor es que mentira no es. Todo eso existe en ellos y todo eso se pierde cuando se dejan llevar por el odio hecho palabras, lluvia acida que corroe al que las dice, al que las escucha y al que las lee. Al principio de este escrito dije que las palabras son retroalimentación para el alma: de allí salen y allí regresan. Ese es el fundamento de las afirmaciones positivas y las oraciones. También, en otro escrito, dije que había personas Credendo Vides: creo, entonces veo. Y yo me pregunto, si esto es lo que creen los que se dejan llevar por la negatividad, ¿que será lo que ven? ¿Y qué será lo que piensan lo que las escuchan, a los que están dirigidas? Mi impresión es que pensarán que una vez que los problemas de los escuálidos o burgueses estén resueltos, y haya agua y luz y dólares libres y seguridad en las calles, ninguno se va acordar de ellos. Con Chávez al menos todos están en el mismo barco, e igual suben cien escalones la alta ejecutiva y la doméstica para llegar a sus hogares, ambas con su par de botellitas de agua para lavarse la cara antes de dormir. Y me imagino que le darán razón al líder, cuando éste les repite, una y otra vez que esos “escuálidos” desprecian al “pueblo”. ¿Y con qué cara, después de escuchar palabras cómo las descritas, les dice que no es así?

Wednesday 20 January 2010

Avatar, Etica y Realidades


Okey, un ejercicio mental. Todos lo que hemos visto la pelicula Avatar estamos a favor de los Na'ri y sus deseos de mantener su estilo de vida en contacto con la naturaleza y estamos claros de quienes son los buenos y quienes son los malos. Aparentemente. Ahora lean la siguietne nota periodistica:

"La construcción del Complejo Hidroeléctrico del río Madera, uno de los proyectos que liderará la producción energética en América del Sur, está siendo ampliamente criticado por comunidades aborígenes de Brasil y Bolivia.

Este año se comenzó con la construcción de las represas de Jirau y San Antonio, primera parte del complejo en territorio brasileño.

Aunque el complejo se desarrollará en territorio del Brasil, el mismo generará consecuencias ambientales en Bolivia, según afirmó Jorge Molina, investigador de la UMSA.

Los primeros resultados señalan que se producirá un taponamiento de los ríos y afluentes con sus consecuentes inundaciones, pérdidas severas de la diversidad biológica y de tierras de cultivo, y por lo tanto, desplazamiento de algunos pueblos originarios."

Ahora, en esta crisis energetica, ¿a quién favoreceriamos: a los Na'ri criollos y al eco sistema amazónico, o las necesidades energéticas de Latinoamérica, incluyendo quizás a la gran Caracas?

Tres Horas Antes De La Guerra





Sueños de canela vuelan sobre tazones de avena,

Bailando en la fría y temprana luz de la mañana.

Música de xilófono escapa de la radio,

y anuncia, cual alondra, las ofertas del día.

Canturreando, ella va de aquí a allá, dentro

Del cálido abrazo de la cocina,

Ese utero de cal y fuego y arcilla que me acaricia

el alma entera, como un arrullo, comouna nana,

como un perro lanudo en el parque al aterder...

Pero el autobús se acerca, navegando lentamente

Bajo las celosía de verde encajes tejidos por la luz

y los apamates, mientras los pájaros cantan pecados

(Como decía mi padre), a coro con chicharras

Y cafeteras, a la vez que sartenes de pesada

Negrura fríen alegres madrugadas de huevos

Con sal.



Sus ojos brillan con sueños que jamás han de venir.

Pero ella cree en ellos y yo creo en ella,

Porque anoche vimos a un hombre caminar

En la luna, bordado a punta de estrellas grises

En la TV, que hablaba en lenguaje de mitos,

Con ese sonido de mares atrapados en caracolas.

-Pero el autobús espera y ella me besa, presurosa.

Su aliento es un eco de menta y miel

Y harina de maíz tostada y café.

Yo le digo adiós y corro hacia mi último día

De inocencia, tres horas antes de la guerra

Y de la sed eterna que su ausencia dejará en mi.

El autobús cruza por la calle principal.

El quiosquero de la esquina, se sienta, aburrido,

Sobre un tonel de noticias apunto de estallar

Wednesday 13 January 2010

De Maldiciones Virtuales






Cualquiera que tenga una dirección de internet ha recibido en algún momento dos tipos de mensajes. Uno, hermoso, lleno de imágenes preciosas, lindos y esperanzadores textos y música relajante. El otro, con un texto parecido a esto "El presidente de Argentina se burlo de este mensaje y siete días después se le murió un hijo. Una ejecutivo hizo los mismo y perdió su puesto, etc, etc." Normalmente el mensaje va acompañado de una imagen sagrada que puede ser la Virgen de Guadalupe o el dios Krishna. En cualquier caso, ambos mensajes terminan de la misma manera: re-envíalo o prepárate para sufrir las consecuencias, las que pueden ser dejar de recibir suerte o una bendición o ser victima de una maldición que ni la de Tutankamon.

Que gente sin oficio, mal intencionada o entendedora de la naturaleza humana escriban estos e-mails, no me extraña tanto como el que personas inteligentes, bondadosa, estudiadas y vividas lo re-envíen, por si acaso. Como por la plata baila el perro, mi impresión es que el fin verdadero de dichos mensajes es el de alguna manera obtener direcciones virtuales para mandar propagandas o spams. En cualquier caso, el objetivo es explotar el miedo: el miedo a dejar de ganar algo o de perder lo que se tiene.

Así que mi propósito de este 2010 es ayudar un poco a desechar esos medios.

Empecemos por las famosas maldiciones. Los practicantes de Wicca o Brujería anglosajona (cultura de la cual normalmente provienen estos emails) tiene una creencia curiosa compartida por muchos en el mundo de los misterios y la magia: lo que sea que envíes, esotéricamente hablando, se te regresa por triplicado. Ahora, se imaginan, si estas maldiciones fueran verdaderas, el estado en que están los que originaron los emails, si por a cada persona que no les hace caso (que son bastantes) se les va a regresar la mala intención, TRES VECES?

Luego, en la magia se necesita conocimiento, intención, emoción y silencio. No basta con decir sortilegios o conocer las propiedades vibratorias de los elementos y saber como invocarlas. De nuevo, para que estos e-mail funcionen, el que los realiza tiene que tener claro sobre quien esta poniendo la maldición; sentir un odio verdadero hacia esa persona (lo cual es medio difícil cuando no la conoces, ni sabes como es, ni donde vive, etc.) y en el momento que te están diciendo que te están maldiciendo, pues no están muy callados que se diga.

Por ultimo, tomemos en cuenta las imágenes que deciden utilizar. ¿Ceen en verdad que la energía de la Virgen María puede ser usada para causar el mal? Para la religión hindú, Krishna es un dios de amor y luz, con muchas semejanzas a Cristo: ¿se lo imaginan maldiciendo a alguien porque no envió un e-mail? Hasta donde yo se, ningún texto sagrado dice "Si no envías un e-mail en mi nombre sufrirás las consecuencias". Lo que SI dicen muchos textos sagrados, es no tomar el nombre de la Divinidad en vano, cosa que obviamente hacen los autores de estos emails.

Por otro lado, están los emails "lindos", aquellos que unen tu suerte a la acción de reenviarlos a otros amigos. Quizás con estos emails se puede aplicar la ley de tres, pero hay que preguntarse: ¿se están enviando los emails desde un sentimiento de amor y generosidad o desde uno de deseo y egoísmo (asegurarnos que vamos a ser tocado por la buena suerte)? Para terminar, ahora usando la lógica, ¿conocen ustedes a alguna persona que se haya beneficiado con estos emails de la suerte? Después de enviar 6 emails en una hora, al día siguiente ganaron la lotería, encontraron el amor o les subieron el sueldo? Porque si es así, les agradecería a los beneficiarios de dicha fortuna que sean más agradecidos y compartan las buenas nuevas con el resto de nosotros.

Todos los maestros espirituales que he leído hasta ahora dicen básicamente lo mismo: solo existen dos emociones, Amor y Miedo. Todas las demás se derivan de las dos primeras. Cuando elegimos al amor debilitamos al miedo y todo lo que este incluye. El que vive desde el miedo, no pude entregarse a ningún sentimiento de luz; no puede confiar plenamente, ni en si mismo, ni en los que lo rodean, ni en la vida; no disfruta de lo que posee porque no sabe quien se lo puede quitar; no puede ser generoso por su terror a la carestía; no puede dar libertad por temor a quedarse solo y no puede amar por temor a ser lastimado. El que vive desde el miedo cree en una Divinidad que condena, que jamás puede ser complacida, que pone límites a su gracia y perdón. El que vive desde el miedo no ama a Dios, porque, como se puede amar sinceramente a lo que se teme?

Así que para el 2010, propongo que poco a poco, paso a paso, dejemos atrás los miedos y elijamos al Amor. Comencemos por los benditos emails y pasemos de ahí a nuestro día a día, identificando ese miedo que nos detiene a hacer el bien, a ser lo mejor que podemos ser y que nos impide vivir nuestro más importante rol: el de la heroína o héroe de nuestra propia historia.

Besos a todos y un maravilloso 201