Monday 12 January 2009

En el principio...

En el principio fui atea, porque nadie nace creyendo en Dios. Técnicamente se me consideró católica, ya que fui bautizada en esa fe al año de nacida y por una razón que aún no comprendo, alguien me confirmó en la religión ese mismo día, así que en verdad tuve muy poca elección al respecto. Ahora, por lo que he visto hay dos tipos de católicos, particularmente en Venezuela: los que nacen y los que se hacen. Los segundos son una rareza y se dan más comúnmente en el sector evangélico. Los primeros también parecen subdividirse en categorías: los practicantes y los no-practicantes.

Un católico practicante va a misa, tiene un confesor designado, lo conocen en la iglesia por nombre, le hace caso al Papa, da clases de catecismo, nombra a sus hijos de acuerdo al santoral, se conoce al dedillo las reglas de la iglesia, los sacramentos, los pecados capitales, las virtudes, pertenece a una sociedad benéfica, reza el rosario todos los días a la hora del Angelus. Por alguna razón parecen pertenecer en su mayoría a los dos extremos económicos de la sociedad: es decir los pudientes, clase media-alta o sinceramente ricos, o las clases humildes o realmente pobres.

Un católico no-practicante nace en una familia que se define católica. Hace la primera comunión a los ocho años y a menos de que lo pongan a estudiar en un colegio de monjas o curas, no vuelve a pisar una iglesia hasta que alguien se casa, se bautiza o se muere. El católico no-practicante conoce los 10 mandamientos, no necesariamente en perfecto orden, sabe que Jesús murió por nuestros pecados y puede que desarrolle una cierta familiaridad con él, llamándolo algo así como que “Chui, Chuito, Jesucito” y sus plegarias tienden a ser, si son hombres, algo parecido a: “Cónchale Chuito, méteme una mano aquí, papá.” Si son mujeres, los más probable es que se sientan identificadas con una virgen o una santa en particular y sea a ellas a las que pidan intersección. Los católicos no-practicantes se persignan en momentos de tensión o alivio, pueden exclamar “Jesús, María y José” en momentos de asombro y se casan por la iglesia con los condones y las pastillas anticonceptiva guardados en la maleta. No confían mucho en los curas, pocas veces han leído la Biblia, juran que Jesús se parece a Robert Powell en la película de Zefirelli y no ven conflicto alguno en poner un bonachón Buda entre el Niño de Atoche y la Virgen de la Rosa Mística. Creo que está demás decir que yo fui una católica no-practicante.

(Continuado en mi blog htpp://autoexcomul.blogspot.com)


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