De un tiempo a esta parte se me ha metido entre ceja y ceja que la famosa liberación femenina no fue más que un plan magistral para someter a las mujeres aun más, hacerlas trabajar doble y colgarle sobre el cuello la piedra de la culpa, por ser incapaces de ser, en la práctica, la súper mujer del cosmos imaginario de la sociedad. Para muestra un botón: esposito y yo estamos actualmente montando juntos una compañía. Todas las mañanas nos sentamos, frente a frente, cada uno con su laptop y comenzamos a trabajar las neuronas para sacar adelante el proyecto. A eso de la 10, la fulgente directora (leáse, yo) se levanta, arregla las camas, barrer el piso y mete ropa a la lavadora. Esposito mientras tanto está enfocado con precisión suiza en los pormenores del sitio web. Regreso a la laptop hasta las 12:30 y luego me levanto a sacar la ropa, hacer el almuerzo y pasar la aspiradora. Esposito sigue con esa mirada de Superman traspasando paredes y yo escribo un par de parrafos, llamo a potenciales clientes y cuando vengo a ver son las tres y hay que buscar a la niña al colegio. Aquí esposito me hace el favor de caminar la cuadra que separa nuestro departamento de la escuela y yo salgo corriendo a darme un baño antes de que llegue la Rebe y exija ser la única estrella en nuestro universo. Con la chiquilla ya en casa, Esposito regresa a la laptop. Es la hora de besitos, cuentos y tareas. A las cinco la Rebe pide su hora de TV (al diablo con los expertos y los peligros de la televisión) y yo termino de finiquitar un par de emails, actualizo el blog, el twitter, preparo la clase del día siguiente, saco la ropa de la secadora, meto la segunda tanda, riego las plantas, cocino el pollo, pelo las papas, hago el arroz, sirvo la comida, juego con la muchacho, la baño, la meto a la cama –y esposito? En la laptop por supuesto, porque mi esposito es un profesional muy dedicado.
Ideas, observaciones, reflexiones, cuentos, poemas, estallidos, criticas, informaciones
Monday, 15 November 2010
I beg you pardon?
De un tiempo a esta parte se me ha metido entre ceja y ceja que la famosa liberación femenina no fue más que un plan magistral para someter a las mujeres aun más, hacerlas trabajar doble y colgarle sobre el cuello la piedra de la culpa, por ser incapaces de ser, en la práctica, la súper mujer del cosmos imaginario de la sociedad. Para muestra un botón: esposito y yo estamos actualmente montando juntos una compañía. Todas las mañanas nos sentamos, frente a frente, cada uno con su laptop y comenzamos a trabajar las neuronas para sacar adelante el proyecto. A eso de la 10, la fulgente directora (leáse, yo) se levanta, arregla las camas, barrer el piso y mete ropa a la lavadora. Esposito mientras tanto está enfocado con precisión suiza en los pormenores del sitio web. Regreso a la laptop hasta las 12:30 y luego me levanto a sacar la ropa, hacer el almuerzo y pasar la aspiradora. Esposito sigue con esa mirada de Superman traspasando paredes y yo escribo un par de parrafos, llamo a potenciales clientes y cuando vengo a ver son las tres y hay que buscar a la niña al colegio. Aquí esposito me hace el favor de caminar la cuadra que separa nuestro departamento de la escuela y yo salgo corriendo a darme un baño antes de que llegue la Rebe y exija ser la única estrella en nuestro universo. Con la chiquilla ya en casa, Esposito regresa a la laptop. Es la hora de besitos, cuentos y tareas. A las cinco la Rebe pide su hora de TV (al diablo con los expertos y los peligros de la televisión) y yo termino de finiquitar un par de emails, actualizo el blog, el twitter, preparo la clase del día siguiente, saco la ropa de la secadora, meto la segunda tanda, riego las plantas, cocino el pollo, pelo las papas, hago el arroz, sirvo la comida, juego con la muchacho, la baño, la meto a la cama –y esposito? En la laptop por supuesto, porque mi esposito es un profesional muy dedicado.
Labels:
espso,
hogar,
liberacion,
matrimonio,
mujer,
trabajo
Subscribe to:
Posts (Atom)