La ventana del primer piso
Ideas, observaciones, reflexiones, cuentos, poemas, estallidos, criticas, informaciones
Sunday, 21 April 2013
Wednesday, 27 March 2013
El Socialismo Que Yo Conocí
Monday, 25 March 2013
Hablando de Artistas y Dignidad
@KaremBarratt
Yo no tengo problema de que un grupo de artistas decidan apoyar al presente gobierno. Es su derecho y como demócrata se lo respeto. Pero es mi derecho disentir de algo que escuche a la joven modelo decir (se me olvida el nombre): supuestamente antes no había dignidad y con este gobierno de 14 años si la hay.
Yo no pienso que sea digno que trabajadores de la empresa petrolero hayan sido despedidos por TV con un pito por la "osadía" de protestar algo en que estaban en desacuerdo.
No pienso que sea digno que personas que ejercieron su derecho a disentir firmando una lista hayan sido vetadas después, desde recibir créditos a pasaportes (y lo último me consta por experiencia propia.)
No pienso que sea digno que personeros del gobierno, quienes en, teoría, representan a todos, llamen a venezolanos que piensan distinto al gobierno desde apátridas hasta gusanos (a donde queda lo democracia?).
No pienso que sea digno que personas de los pueblos originarios sean ignoradas cuando vienen a reclamar derechos, o se vean forzados a mendigar.
No pienso que sea digno que a comunicadores sociales se les ataque o se les niegue acceso a información solo por trabajar en una empresa que al gobierno no le gusta. Parte del precio de ser un político es endurecer esa piel.
No pienso que sea digno que se traiga a profesionales del exterior y en vez de pagarles directamente, se le pague a un tercero quien decide cuanto le va a dar de ese sueldo al trabajador. En otras partes, eso se llama esclavitud.
No pienso que sea digno que banderas extranjeras ondeen en lugares gubernamentales.
No pienso que sea digno que todavía haya personas de todas las edades en situación de calle.
No pienso que sea digno que después de todo el dinero que ha entrado a este país en los últimos quinquenios, los cerros sigan llenos de ranchos, las calles sucias, la gente agarrándose a golpes para comprar comida.
No pienso que sea digno usar el color, la clase social, la herencia étnica, la religión o las preferencias sexuales como forma de insulto.
No niego que en el pasado hubo indignidades. Niego que con este gobierno las cosas hayan cambiado para mejor en el campo de la dignidad
Monday, 15 November 2010
I beg you pardon?
De un tiempo a esta parte se me ha metido entre ceja y ceja que la famosa liberación femenina no fue más que un plan magistral para someter a las mujeres aun más, hacerlas trabajar doble y colgarle sobre el cuello la piedra de la culpa, por ser incapaces de ser, en la práctica, la súper mujer del cosmos imaginario de la sociedad. Para muestra un botón: esposito y yo estamos actualmente montando juntos una compañía. Todas las mañanas nos sentamos, frente a frente, cada uno con su laptop y comenzamos a trabajar las neuronas para sacar adelante el proyecto. A eso de la 10, la fulgente directora (leáse, yo) se levanta, arregla las camas, barrer el piso y mete ropa a la lavadora. Esposito mientras tanto está enfocado con precisión suiza en los pormenores del sitio web. Regreso a la laptop hasta las 12:30 y luego me levanto a sacar la ropa, hacer el almuerzo y pasar la aspiradora. Esposito sigue con esa mirada de Superman traspasando paredes y yo escribo un par de parrafos, llamo a potenciales clientes y cuando vengo a ver son las tres y hay que buscar a la niña al colegio. Aquí esposito me hace el favor de caminar la cuadra que separa nuestro departamento de la escuela y yo salgo corriendo a darme un baño antes de que llegue la Rebe y exija ser la única estrella en nuestro universo. Con la chiquilla ya en casa, Esposito regresa a la laptop. Es la hora de besitos, cuentos y tareas. A las cinco la Rebe pide su hora de TV (al diablo con los expertos y los peligros de la televisión) y yo termino de finiquitar un par de emails, actualizo el blog, el twitter, preparo la clase del día siguiente, saco la ropa de la secadora, meto la segunda tanda, riego las plantas, cocino el pollo, pelo las papas, hago el arroz, sirvo la comida, juego con la muchacho, la baño, la meto a la cama –y esposito? En la laptop por supuesto, porque mi esposito es un profesional muy dedicado.
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Saturday, 3 July 2010
Oro
Leyendo sobre las escuelas antigua de los misterios, me tope con la figura del alquimista, el que supuestamente estaba buscando la manera de transforma a todos los metales en el metal puro del oro. Al parecer la busquedad no era solo fisica, si no espiritual, y eso me confundio un poco, hasta hoy, en que tuve un momento satori mientras me duchaba. A ver si logro poner en orden las ideas que me llegaron en ese momento.
Supongamos que encuentras una pepita rustica de oro. Si fueras a resumir en una palabra lo que encontraste, dirias: oro.
Digamos que esa pepita es transformada en una cadena de oro. Si lo resumieras en una palabra, dirias que es oro.
Vamos a poner que la cadena es vendida y refundida para convertirse en un lamina que sera insertada en una nave espacial. De nuevo, si solo usaras una palabra para describirla, dirias que es oro.
Pongamos que la nave cae de nuevo a la tierra y se rompe en mil pedazo, incluyendo por supuesto, la lamina. Si buscara la esencia de las particulas regadas por tadas partes que provenian de la lamina, dirias que son oro.
Durante nuestro andar por la vida, pasamos por muchos cambios: de bebes, a chicos, a adultos, a viejos; de gordos a flacos o flacos a gordos; de estudiantes, a trabajadores; de hijos a padres a abuelos; de solitarios a amantes a divorciados a viudos; de amigos a enemigos; de sanos a enfermos, a sanos de nuevo con suerte; de ricos a pobre o vise versa; de felices a infelices; furiosos a magnaminos; de engreidos a humildes o quizas lo contrario. Es decir, de pepita pasamos a cadena a lamina a particula. Pero hay una parte que es inmutable a todo, la esencia de lo que somos, que como el oro, no deja de ser lo que es por los cambio por los que atraviesa. Esas cambios son como vestidos para esa esencia y como los vestidos, los cuidamos, los exibimos, los reparamos y luego llega el dia en que comprendemos que nos quedan demasiado chicos o estan demasiados desgastados para sernos de utilidad. Y sencillamente cambiamos la vestimente pora algo mas apropiado. Todavia no conozco a nadie que llore a moco tendido por un vestido viejo. Porque llorar o sufrir por lo que tenemos que dejar en el camino?
Nosotros no somos ni la tristeza ni la alegria, ni la enfermedad ni la salud, ni la persecucion ni la libertad. No somos ni lo que poseemos ni lo que deseamos. No somos ni lo que amamos ni los que nos aman. Todo eso nos malea y nos amolda, en apariencia, por cierto tiempo, largo o corto, pero no son el Yo eterno que es nuestro verdadero ser. Ni la pepita, ni la cadena, ni la lamina ni las particulas son el oro; son formas que este adapta de acuerdo a las circumstancias. La esencia del oro se mantiene inmune y eterna, no importa lo que ocurra.
Cuando somos chicos, nuestras mamas nos ensenan a cuidar, disfrutar y apreciar nuestros vestido, y eso esta bien: pero ellas son tambien las primeras en comprarnos algo nuevo (a veces menos atractivo - en ocasiones algo francamento feo pero con utilidad) segun la etapa por la que estemos pasando o el tamano que estemos adquiriendo. En ocasiones el vestido se nos cae a pedazos de lo viejo y en ocasiones nos los quitamos con premura porque hay algo mal con el. Creo que algo parecido es la experiencia humana por esta tierra. Y siempre que recordemos que no somos ni lo que aparentamos, ni lo que sentimos, ni lo que tenemos o dejemos de tener, podemos disfurtar de nuestros vestidos humanos y a aprender a quitarnos rapido el que no nos favorece y despedir con dulzura al que nos dio satisfaccion, pero que ya no nos queda.
Todos somos oro. Pero esta en cada alquimista descubrir exactamente de que temple esta echo y cual es la sustancia que no se mueve, que no cambia, que no muere y que es la "verdad verdadera" de su ser.
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Tuesday, 29 June 2010
El Barbero
Hace poco leí el siguiente cuento en Facebook que va más o menos así: “un hombre va a
donde un barbero y ambos comienzan a charlar. La conversación da un giro hacia la religión y Dios y el barbero dice que no cree que Dios exista, porque si no habría tantos crimines, ni pobreza, ni niños de la calle. El hombre le pide al barbero que se asome con el un momento a la puerta y le señala a un grupo de indigentes con los cabellos largos y sucios. Según tú, entonces, dice el hombre, los barberos no existen, porque de lo contrario estos hombres tendrían el cabello corto. Pero eso es ridículo, dice el barbero, yo existo; no es mi culpa que la gente no me busque.” La moraleja del cuento es que Dios existe, solo que la gente no lo busca… ¿o lo es?
Vamos a desglosar el cuento por un momento. El barbero dice no creer en Dios porque la injusticia y la miseria existen. Pero según el cuento, la culpa no es de Dios, si no de la gente (los niños de la calle, las victimas de los crímenes) que no los buscan. Luego tenemos al uso de los indigentes, que tienen el cabello largo porque no buscan al barbero (Dios). Excepto que si esta gente es indigente, pues ni que buscaran al barbero, porque probablemente no tendrían dinero para pagar el corte de cabello. (Habría que preguntarse porque los “indigentes” no buscan al barbero –quizás los han convencido que el barbero no los va recibir por su condición o exigirá un precio muy alto por el “corte de cabello”). No estoy seguro cómo queda Dios en esta parábola, pero a primera vista, no muy bien. A menos que algo más sucediera. ¿Qué tal si Dios actuara a través del amor que existe en todos nosotros y el barbero, al ver a los indigentes, se abriera a la inspiración y, dejando de lado sus intereses personales, invitar a los indigentes a su barbería y les cortara el cabello, no tanto para probar su propia existencia/importancia, si no como un acto de amor y caridad hacia aquellos en circunstancias difíciles?
Que tal si en vez de buscar probar la existencia de la Divinidad en parábolas rencauchadas desde gringolandia, nos detuviéramos a tender la mano al chico de la calle, a ofrecer consuelo a la victima, a encontrar la manera de evitar que nuevas generaciones se lancen al mundo del crimen, a buscar la justicia, legal y social, a practicar el perdón, el amor y la caridad, no para probar nada, no para comprar tickets al cielo o evitar al infierno, ni probar que mi dios es mejor que el tuyo, o para complacer a salvadores y mesías, si no hacerlo simplemente porque somos humanos; porque estamos juntos en esta historia; porque muchas veces la diferencia entre “esos” y “nosotros” son las circunstancias y la manera en que se nos ha enseñado a enfrentarlas; porque no somos mejor que nadie, solo mas afortunados; porque amar se aprende amando y donde no hay amor no puede haber Dios.
Santa Teresa dijo algo que para mi es clave: “Dios no tiene mas manos que las tuyas”. Si quieres probar su existencia a los que no creen, vive en el y para el amor. Antes que Jesús apareciera, al Rabino Hillel alguien le dijo que se convertiría al judaísmo si este le explicaba la Biblia hebrea (La Tora) mientras se sostenía en un solo pie. Hillel levantó una pierna y dijo “Ama a Dios y ama a los demás como a ti mismo. En eso radica todas las leyes y profecías. Lo demás es comentario”. Quinientos años antes de la era cristiana, el Tao, Buda y Confucio ya habían enseñado la regla de oro: no hagas a los demás lo que no quieras que te hagan ti. Jesús fue muy claro cuando dijo que todo el bien que le haces a otra persona, se lo estas haciendo a él –igual que el mal, ya sea en acción u omisión. Y en esta época, el arzobispo Desmond Tutu de Suráfrica resume todo a “Eres un hijo de Dios y Dios no tiene favoritos; él te ama at i y a tus enemigos.” Sinceramente creo que a la Divinidad le importa tres cominos que crean en ella o no. Pero si le debe doler que por miedo, prejuicio o indolencia no tendamos la mano al otro y nos esforcemos, juntos, para hacer de esta vida el reinado del Amor.
Thursday, 10 June 2010
SEPTEMIO (cuento)
I
negrura
Navego vendada en lago de oscuridad,
adivinando por fe la luz de las estrellas.
II
amor
Desde las selvas precámbricas hasta el café parisino de 1943,
centurias de intenso recorrer tornando a mis sueños en brújula,
intuyéndote en el perfume de una ráfaga inesperada,
en el eco argentino de una lejana canción,
en el brillo acuoso de una mirada tres segundos demasiado larga
--esperando, siempre esperando, que algún día finalmente seas tú.
III
nocturno
Serena, bruma, sombra;
espliego, romero, álamo;
ylang-ylang;
plata;
falda, gitana, panderos;
guitarras, romances, sonatas;
arena, río, gemido, peces;
rocío, seda;
tibio, lirio;
suspiro;
estrella;
piel;
quietud;
ambrosía;
brasas;
alma, paz;
ensueño, amor;
hombre, mujer, mundo, vida;
ocaso, noche, amanecer.
Mañana.
Mía.
IV
íntimo
Se abarcan. Se tocan...
sus dedos entretejiéndose,
sus cuerpos hilvanando un tapiz oriental;
un tantra sagrado de voluptuosa rigidez,
el brillo de la piel goloso, opulento como las carnes,
las caídas, las montañas, los bosques cruzados de salados arroyuelos,
decorados con sombras juguetonas que salpican aquí y allá,
acariciando, dibujando deslizantes el volumen,
el espacio, la unión subyugante,
serpiente azteca sin principio ni fin,
hermosos sacrificios humanos ondulándose sobre el altar,
llanto y risa en una sola faz, león y cordero
cambiando de lugar, una y otra vez,
devorándose a lengüetazos, profundos, obscenos,
urgentes como el sismo pélvico que los hace danzar,
el uno con el otro, el uno sobre el otro, el uno contra el otro,
el uno en el uno, el uno en el todo,
el todo en la reacción física que atiza llamas,
que engendra chispas, que crea súper novas y luego hoyos negros,
el olor a vainilla y fresas viajando en nebulosa por todo el universo.
VI
silencio
Se me cayeron las palabras en el silencio
espeso y empalagoso de la miel rancia
que aún conserva una burla de dulzura
de la flor primaveral que fue fuente de su origen.
Estoy muda de dolor, ensordecida por mis gritos silenciados,
por el aullido inaudible enrroscado en mi garganta enmohecida,
fría como mi vida, destruida como mi suerte,
larga, lenta y triste como mi fin
que no llega, que no aplaca, que no se apiada de mi
y me deja desnuda ante el cristal distorsionado
de tu espantosa mentira, cruel, maligna,
filosa, ardiente, vergüenza silenciosa, cuchillo cazador,
instrumento fiel de la muerte,
verdugo inevitable de mis palabras sepultas,
fantasmas errantes que no llegaron a nacer...
VII
némesis
Hiero con crueldad a los que me hieren.
Con sutil malicia los veo debatirse en la telaraña tejida por mis dedos,
Ariadna sepulcral robando el hilo de las Parcas,
girando la rueca del destino, indiferente ante las gotas de mi sangre
derramadas por el huso, que salpican, con obscuros rubíes,
el fino arte de mi venganza.
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