Sunday, 21 April 2013


Carta abierta al Sr. Mujica, Presidente de Uruguay Estimado Sr. Mujica, Hace unos pocos días coloque en mi pagina de Facebook, un artículo sobre usted, que hablaba sobre la importancia de la educación, de reciclar, del progreso, admirada por la sencillez y sabiduría de sus palabras. Entre otras cosas, hablando sobre educación, usted decía aspirar a que los niños uruguayos supieran "razonar en orden y hacer las preguntas que valen la pena." Al día siguiente de colocar este articulo en mi pagina, usted vino a presenciar la juramentación a la presidencia de Venezuela del Sr. Nicolás Maduro. En Venezuela hay una embajada de Uruguay, que, supongo, tiene acceso a todas esas tecnologías que usted tanto admiraba en el artículo: TV satelital, internet, twitter y demás. Por eso me cuesta creer que usted estuviera ignorante de la situación del país antes de llegar a él, aunque entiendo que como presidente tenga muchas ocupaciones. Pero siempre hay un diplomático junior listo para hacer un resumen. Y yo me pregunto, entre esas "preguntas que valen la pena" hacerse, a usted no se le ocurrió la de:¿por qué Nicolás aceptó al reconteo y después se hecho para atrás? ¿Por que aceptó ser declarado presidente en medio de un clima de duda, donde la mitad de los votantes no están convencidos de que haya ganado realmente? ¿Por qué, en su primer día de "presidente oficial" niega el derecho de protesta y manifestación contemplado por la ley a los venezolanos? ¿Por que permite que se le acalle la voz a los diputados de la oposición de la asamblea, aunque ellos representan la voz de cientos de ciudadanos? ¿Por que amenaza a los gobernadores de la oposición, que comparten la misma duda que siete millones de venezolanos, con negarle los recursos que le permiten servir al pueblo si no acallan la voz de su consciencia y lo reconocen, a pesar de las pruebas de irregularidades? Yo supongo que si la gente de su embajada es eficiente y con un mínimo de integridad, le habrá hablado sobre la violencia; ya le habrá comentado sobre los centro médicos que el gobierno del Sr. Maduro acusó al pueblo opositor de haber quemando y que luego aparecieron en perfectas condiciones. Le habrá y dicho por los menos de dos víctimas que el gobierno dice que cayeron por violencia opositora y que después resultado ser víctimas del hampa común una y otra (gracias a Dios viva) de grupos oficialistas. Y me imagino, que usted, amante de la tecnología y los medios sociales, habrá visto las decenas y decenas de videos que muestran la violencia oficialista hacia el pueblo opositor que han estado saliendo desde el 15 de abril. Y sin embargo, igual vino. Le voy a ser sincera, Sr. Mujica. Yo ya voy para los 48 y nunca he sido dada a admirar personeros públicos. Ni de adolecente fui "una fan enamorada." Incluso siguiendo a Capriles, siempre me digo algún rabo de paja tendrá, aunque todavía no se lo he visto. Pero leyendo diferentes artículos sorbe usted, en diferentes ocasiones, casi, casi que diría que usted llegó bastante cercano a lo que yo llamaría , una persona que admiro. Hasta el 19 de Abril. Lo único que me resta decirle es que, cuando se pare frente a los chicos uruguayo a hablarle de educación y valores, recuerde que usted apoyó a un gobierno de dudosa legitimidad, cuyas primeras acciones han sido de mentira, manipulación y opresión. Y luego mírelos de frente y sea sincero. Enséñeles con palabras lo que ya a proclamado con hechos: primero lo mío, segundo lo mío y tercero lo mío. Y las lagrimas de vecino, son la lagrimas del vecino. Atentamente, Karem Barratt

Wednesday, 27 March 2013

El Socialismo Que Yo Conocí


@KaremBarratt De los casi diez años que llevo en Inglaterra, siete y medio fueron “hechos en socialismo.” Y debo confesar que, a primera vista, el socialismo ingles tenía mucho que ofrecer: pensión segura para jubilados, casa segura para los pobres, seguridad social eficiente, escuelas públicas de primera. En todos los espectáculos, exhibiciones, cines, teatro y eventos deportivos se incluía una tarifa especial para personas mayores o en “beneficios.” Solo el nacer en Reino Unido te daba derecho a una cantidad determinada de dinero para asegurarte que tu mamá tuviera para la leche y los panales –independientemente de que se necesitara el dinero o no. Había programas para que los chicos de la clase obrera igual tuvieran acceso a ciertos lujos de las clases más pudientes, como clase de idiomas o arte gratuitos. Si estabas gordo, el médico escribía una nota para que pudieras ir al gimnasio del pueblo a mitad de precio. Las bibliotecas rebozaban de libros y actividades gratuitas para la familia. En algún momento el gobierno dejó de construir viviendas sociales y sencillamente comenzó a alquilar casas para familias de menores recursos, algunas de ellas en zonas de renombre, a altísimos precios. La Universidad no era gratis, pero era pagable y te daban un crédito que incluía tu manutención, pagadero a cómodas cuotas después de la graduación –presumiendo que decidieras trabajar. Este socialismo anglosajón también tenía su lado obscuro. Al no tener incentivo para ir a trabajar, se crearon familias en la que hasta dos generaciones no habían salido a ganarse la vida. Muchos usaron los beneficios para el alcohol, las drogas y las apuestas. Adolescentes sin visión de futuro ni necesidad de ganarse la vida se convirtieron en guapetones de barrios. El que se le diera casa de manera inmediata a las madres solteras, se erradicara el uso del nombre del padre en ciertos documentos legales y se asegurara la manutención de los chicos creó en cierto sectores una situación en que el padre pasó a ser figura irrelevante y mujeres tuvieran dos, tres, cuatro y hasta cinco hijos de padres diferentes. Se creó un estigma a la idea de “progreso” o “desarrollo” personal, a ser ambicioso, a querer brindar oportunidades a los hijos a superarse a nivel académico. No sé si se llego a implementar, pero en algún momento se habló de poner a los hijos de profesionales universitarios al final de la lista de los estudiantes que querían entrar a las universidades, de forma de darles prioridad a los chicos de la clase obrera, independientemente de sus notas. En busca de “igualdad”, se desmantelaron las escuelas especiales y se insertaron a sus alumnos a las escuelas regulares, quitándole el apoyo profesional y el ambiente adecuado para las necesidades de los chicos. Se intentó compensar esto mandando maestros especiales a las escuelas, para que sacaran a los chicos de las aulas un par de horas y darle clases a su nivel intelectual, pero los mismos padres que conocieron ambos sistemas han dicho que esto no ha funcionado tan bien. Buscando la “libertad de la persona” muchos se graduaron de los bachilleratos públicos con especialidades como fotografía, relajación y estudios mediáticos y pocos con conocimientos sólidos de inglés, matemáticas, ciencias, computación o cualquier materia medianamente difícil. Se dejó de apoyar a los industriales, por lo que muchas empresas cerraron y se comenzó a importar en grandes cantidades, a un costo humano de trabajo perdidos. Si se logró cierta igualdad social en parte porque con la cantidad de impuesto (en algunos casos hasta el 40 % del sueldo) que le hacían pagar a las personas clase media, pues la mayoría quedaba igual en cuanto a entradas monetarias –excepto que se comenzó a generar un resentimiento por parte de personas que igual trabajaban, se esforzaban por estudiar, levantar un negocio pero percibían que parte de sus impuestos fuera a parar, en parte, a manos de personas que no trabajaban por razones tan pueriles como “tengo una rodilla enferma.” Por otro lado, se fomentaba la idea de que la honradez, la laboriosidad, lo bueno del país provenía de la clase obrera, mientras que la clase media (que técnicamente seria la clase media/alta de Venezuela) era la versión inglesa de “sifrinito.” Dicho eso, muchos de la clase obrera vivían como burgueses: casa propia, carro propio, viajes al extranjero en vacaciones, fines de semanas de compras en los centros comerciales y demás. Cuando se les dijo a las madres solteras que dejarían de recibir la pensión por su soltería una vez el chico llegara a los 12 años, los gritos de quejas se escucharon en todo el Reino Unido, porque sus hijos las “necesitaban.” Sin embargo, aquellas que si trabajaban y estaban fuera el sistema de beneficios no recibían ayuda extra para pagar el cuidado de sus hijos. Llego un momento que muchas dejaron de trabajar porque era más barato quedarse en casa que salir al campo laboral y pagar los exorbitantes precios de las guarderías. Luego llegó lo que históricamente le llega a todo socialismo: el gobierno se quedo sin real, porque ser el papá de toda una nación cuesta un dineral. Dos años después, con el gobierno conservador, muchas de las cosas aun están, pero muchas se están cerrando por falta de dinero. Solo que ahora hay un buen número de personas sin los conocimientos y habilidades para conseguir uno de los cada vez más escasos empleos. Curiosamente, el socialismo inglés desarrolló un romance tropical con los bancos, que ha sido continuado por el gobierno conservador. Los socialistas usaron los impuestos para rescatar a los bancos de la quiebra, pero ni ellos ni los conservadores imponen reglas para que esos mismos bancos presten dinero a la gente común. Al final, el problema del socialismo, tal y como lo viví, es que de una busquedad de justicia social, se pasa una mentalidad de “derecho al lujo social.” Pareciera que no se busca tanto que la gente viva fuera de la pobreza, como que viva en una abundancia que va mas allá de lo necesario para una vida digna, sin darle la oportunidad a ellos mismos a ganarse lo que en realidad son privilegios. La verdad verdadera es que el socialismo es muy caro para ser factible y creo que en su caso habría que aplicar algo que leí sobre cómo educar a los niños: el amor, el techo, la comida sana, la educación y la salud básica es tu derecho. El resto tienes que trabajar para tenerlo. Hoy en día estamos en austeridad y muchos inocentes están pagando por pegadores. Incluso el partido socialista que sostuvo el poder por una década admite haberse equivocado en muchas de sus políticas. La mentalidad a “tengo derecho a lo mejor porque si” creada durante el socialismo fue muy palpable en los saqueos y disturbios de hace un par de años. No era comida lo que se robaban: eran botellas de licor, zapatos de lujos y televisores pantalla plana.

Monday, 25 March 2013

Hablando de Artistas y Dignidad

@KaremBarratt Yo no tengo problema de que un grupo de artistas decidan apoyar al presente gobierno. Es su derecho y como demócrata se lo respeto. Pero es mi derecho disentir de algo que escuche a la joven modelo decir (se me olvida el nombre): supuestamente antes no había dignidad y con este gobierno de 14 años si la hay. Yo no pienso que sea digno que trabajadores de la empresa petrolero hayan sido despedidos por TV con un pito por la "osadía" de protestar algo en que estaban en desacuerdo. No pienso que sea digno que personas que ejercieron su derecho a disentir firmando una lista hayan sido vetadas después, desde recibir créditos a pasaportes (y lo último me consta por experiencia propia.) No pienso que sea digno que personeros del gobierno, quienes en, teoría, representan a todos, llamen a venezolanos que piensan distinto al gobierno desde apátridas hasta gusanos (a donde queda lo democracia?). No pienso que sea digno que personas de los pueblos originarios sean ignoradas cuando vienen a reclamar derechos, o se vean forzados a mendigar. No pienso que sea digno que a comunicadores sociales se les ataque o se les niegue acceso a información solo por trabajar en una empresa que al gobierno no le gusta. Parte del precio de ser un político es endurecer esa piel. No pienso que sea digno que se traiga a profesionales del exterior y en vez de pagarles directamente, se le pague a un tercero quien decide cuanto le va a dar de ese sueldo al trabajador. En otras partes, eso se llama esclavitud. No pienso que sea digno que banderas extranjeras ondeen en lugares gubernamentales. No pienso que sea digno que todavía haya personas de todas las edades en situación de calle. No pienso que sea digno que después de todo el dinero que ha entrado a este país en los últimos quinquenios, los cerros sigan llenos de ranchos, las calles sucias, la gente agarrándose a golpes para comprar comida. No pienso que sea digno usar el color, la clase social, la herencia étnica, la religión o las preferencias sexuales como forma de insulto. No niego que en el pasado hubo indignidades. Niego que con este gobierno las cosas hayan cambiado para mejor en el campo de la dignidad

Monday, 15 November 2010

I beg you pardon?


De un tiempo a esta parte se me ha metido entre ceja y ceja que la famosa liberación femenina no fue más que un plan magistral para someter a las mujeres aun más, hacerlas trabajar doble y colgarle sobre el cuello la piedra de la culpa, por ser incapaces de ser, en la práctica, la súper mujer del cosmos imaginario de la sociedad. Para muestra un botón: esposito y yo estamos actualmente montando juntos una compañía. Todas las mañanas nos sentamos, frente a frente, cada uno con su laptop y comenzamos a trabajar las neuronas para sacar adelante el proyecto. A eso de la 10, la fulgente directora (leáse, yo) se levanta, arregla las camas, barrer el piso y mete ropa a la lavadora. Esposito mientras tanto está enfocado con precisión suiza en los pormenores del sitio web. Regreso a la laptop hasta las 12:30 y luego me levanto a sacar la ropa, hacer el almuerzo y pasar la aspiradora. Esposito sigue con esa mirada de Superman traspasando paredes y yo escribo un par de parrafos, llamo a potenciales clientes y cuando vengo a ver son las tres y hay que buscar a la niña al colegio. Aquí esposito me hace el favor de caminar la cuadra que separa nuestro departamento de la escuela y yo salgo corriendo a darme un baño antes de que llegue la Rebe y exija ser la única estrella en nuestro universo. Con la chiquilla ya en casa, Esposito regresa a la laptop. Es la hora de besitos, cuentos y tareas. A las cinco la Rebe pide su hora de TV (al diablo con los expertos y los peligros de la televisión) y yo termino de finiquitar un par de emails, actualizo el blog, el twitter, preparo la clase del día siguiente, saco la ropa de la secadora, meto la segunda tanda, riego las plantas, cocino el pollo, pelo las papas, hago el arroz, sirvo la comida, juego con la muchacho, la baño, la meto a la cama –y esposito? En la laptop por supuesto, porque mi esposito es un profesional muy dedicado.

A eso de las nueve me siento a ver American Next Top Model porque la vida es demasiado complicado y uno necesita su masaje mental. Entonces Esposito sube esa mirada azul que le gana a los rayos laser cuando quiere ser cortante y con ese tono de profesor universatario me pregunta si en verdad quiero que esta compañía arranque, porque él no cree que yo le esté poniendo suficiente hombro al asunto. Debo aclarar que mi Esposito tiene muchas virtudes, pero, al final, es un hombre, inglés y “civilizado”, pero hombre al fin. Por lo visto sus horas pegado al monitor le han dibujado hadas en las pestañas: esas mismas hadas que limpiaron la casa y lavaron la ropa y prepararon la comida mientras yo me limaba las uñas frente al ordenador. Así que yo le devuelvo la mirada, con la ceja alzada a lo María Félix y un acento británico puro que haría que la mismísima reina me reclamara como la hija perdida que siempre deseó y le digo “I beg you pardon?” Y Esposito, que no es tonto, recuerda las leyes universales de un matrimonio feliz y dice en su machucado castellano, “nada querida” y se sienta a criticar conmigo a las flacuchas con ansias de modelos. Y mientras Tyra habla y Esposito acarica mi mano, no puedo dejar de extrañar mis días de Diosa Doméstica, cuando igual hacía las tareas del hogar, pero me daba tiempo a respirar…

Saturday, 3 July 2010

Oro


Leyendo sobre las escuelas antigua de los misterios, me tope con la figura del alquimista, el que supuestamente estaba buscando la manera de transforma a todos los metales en el metal puro del oro. Al parecer la busquedad no era solo fisica, si no espiritual, y eso me confundio un poco, hasta hoy, en que tuve un momento satori mientras me duchaba. A ver si logro poner en orden las ideas que me llegaron en ese momento.

Supongamos que encuentras una pepita rustica de oro. Si fueras a resumir en una palabra lo que encontraste, dirias: oro.

Digamos que esa pepita es transformada en una cadena de oro. Si lo resumieras en una palabra, dirias que es oro.

Vamos a poner que la cadena es vendida y refundida para convertirse en un lamina que sera insertada en una nave espacial. De nuevo, si solo usaras una palabra para describirla, dirias que es oro.

Pongamos que la nave cae de nuevo a la tierra y se rompe en mil pedazo, incluyendo por supuesto, la lamina. Si buscara la esencia de las particulas regadas por tadas partes que provenian de la lamina, dirias que son oro.

Durante nuestro andar por la vida, pasamos por muchos cambios: de bebes, a chicos, a adultos, a viejos; de gordos a flacos o flacos a gordos; de estudiantes, a trabajadores; de hijos a padres a abuelos; de solitarios a amantes a divorciados a viudos; de amigos a enemigos; de sanos a enfermos, a sanos de nuevo con suerte; de ricos a pobre o vise versa; de felices a infelices; furiosos a magnaminos; de engreidos a humildes o quizas lo contrario. Es decir, de pepita pasamos a cadena a lamina a particula. Pero hay una parte que es inmutable a todo, la esencia de lo que somos, que como el oro, no deja de ser lo que es por los cambio por los que atraviesa. Esas cambios son como vestidos para esa esencia y como los vestidos, los cuidamos, los exibimos, los reparamos y luego llega el dia en que comprendemos que nos quedan demasiado chicos o estan demasiados desgastados para sernos de utilidad. Y sencillamente cambiamos la vestimente pora algo mas apropiado. Todavia no conozco a nadie que llore a moco tendido por un vestido viejo. Porque llorar o sufrir por lo que tenemos que dejar en el camino?

Nosotros no somos ni la tristeza ni la alegria, ni la enfermedad ni la salud, ni la persecucion ni la libertad. No somos ni lo que poseemos ni lo que deseamos. No somos ni lo que amamos ni los que nos aman. Todo eso nos malea y nos amolda, en apariencia, por cierto tiempo, largo o corto, pero no son el Yo eterno que es nuestro verdadero ser. Ni la pepita, ni la cadena, ni la lamina ni las particulas son el oro; son formas que este adapta de acuerdo a las circumstancias. La esencia del oro se mantiene inmune y eterna, no importa lo que ocurra.

Cuando somos chicos, nuestras mamas nos ensenan a cuidar, disfrutar y apreciar nuestros vestido, y eso esta bien: pero ellas son tambien las primeras en comprarnos algo nuevo (a veces menos atractivo - en ocasiones algo francamento feo pero con utilidad) segun la etapa por la que estemos pasando o el tamano que estemos adquiriendo. En ocasiones el vestido se nos cae a pedazos de lo viejo y en ocasiones nos los quitamos con premura porque hay algo mal con el. Creo que algo parecido es la experiencia humana por esta tierra. Y siempre que recordemos que no somos ni lo que aparentamos, ni lo que sentimos, ni lo que tenemos o dejemos de tener, podemos disfurtar de nuestros vestidos humanos y a aprender a quitarnos rapido el que no nos favorece y despedir con dulzura al que nos dio satisfaccion, pero que ya no nos queda.

Todos somos oro. Pero esta en cada alquimista descubrir exactamente de que temple esta echo y cual es la sustancia que no se mueve, que no cambia, que no muere y que es la "verdad verdadera" de su ser.

Tuesday, 29 June 2010

El Barbero


Hace poco leí el siguiente cuento en Facebook que va más o menos así: “un hombre va a
donde un barbero y ambos comienzan a charlar. La conversación da un giro hacia la religión y Dios y el barbero dice que no cree que Dios exista, porque si no habría tantos crimines, ni pobreza, ni niños de la calle. El hombre le pide al barbero que se asome con el un momento a la puerta y le señala a un grupo de indigentes con los cabellos largos y sucios. Según tú, entonces, dice el hombre, los barberos no existen, porque de lo contrario estos hombres tendrían el cabello corto. Pero eso es ridículo, dice el barbero, yo existo; no es mi culpa que la gente no me busque.” La moraleja del cuento es que Dios existe, solo que la gente no lo busca… ¿o lo es?

Vamos a desglosar el cuento por un momento. El barbero dice no creer en Dios porque la injusticia y la miseria existen. Pero según el cuento, la culpa no es de Dios, si no de la gente (los niños de la calle, las victimas de los crímenes) que no los buscan. Luego tenemos al uso de los indigentes, que tienen el cabello largo porque no buscan al barbero (Dios). Excepto que si esta gente es indigente, pues ni que buscaran al barbero, porque probablemente no tendrían dinero para pagar el corte de cabello. (Habría que preguntarse porque los “indigentes” no buscan al barbero –quizás los han convencido que el barbero no los va recibir por su condición o exigirá un precio muy alto por el “corte de cabello”). No estoy seguro cómo queda Dios en esta parábola, pero a primera vista, no muy bien. A menos que algo más sucediera. ¿Qué tal si Dios actuara a través del amor que existe en todos nosotros y el barbero, al ver a los indigentes, se abriera a la inspiración y, dejando de lado sus intereses personales, invitar a los indigentes a su barbería y les cortara el cabello, no tanto para probar su propia existencia/importancia, si no como un acto de amor y caridad hacia aquellos en circunstancias difíciles?

Que tal si en vez de buscar probar la existencia de la Divinidad en parábolas rencauchadas desde gringolandia, nos detuviéramos a tender la mano al chico de la calle, a ofrecer consuelo a la victima, a encontrar la manera de evitar que nuevas generaciones se lancen al mundo del crimen, a buscar la justicia, legal y social, a practicar el perdón, el amor y la caridad, no para probar nada, no para comprar tickets al cielo o evitar al infierno, ni probar que mi dios es mejor que el tuyo, o para complacer a salvadores y mesías, si no hacerlo simplemente porque somos humanos; porque estamos juntos en esta historia; porque muchas veces la diferencia entre “esos” y “nosotros” son las circunstancias y la manera en que se nos ha enseñado a enfrentarlas; porque no somos mejor que nadie, solo mas afortunados; porque amar se aprende amando y donde no hay amor no puede haber Dios.

Santa Teresa dijo algo que para mi es clave: “Dios no tiene mas manos que las tuyas”. Si quieres probar su existencia a los que no creen, vive en el y para el amor. Antes que Jesús apareciera, al Rabino Hillel alguien le dijo que se convertiría al judaísmo si este le explicaba la Biblia hebrea (La Tora) mientras se sostenía en un solo pie. Hillel levantó una pierna y dijo “Ama a Dios y ama a los demás como a ti mismo. En eso radica todas las leyes y profecías. Lo demás es comentario”. Quinientos años antes de la era cristiana, el Tao, Buda y Confucio ya habían enseñado la regla de oro: no hagas a los demás lo que no quieras que te hagan ti. Jesús fue muy claro cuando dijo que todo el bien que le haces a otra persona, se lo estas haciendo a él –igual que el mal, ya sea en acción u omisión. Y en esta época, el arzobispo Desmond Tutu de Suráfrica resume todo a “Eres un hijo de Dios y Dios no tiene favoritos; él te ama at i y a tus enemigos.” Sinceramente creo que a la Divinidad le importa tres cominos que crean en ella o no. Pero si le debe doler que por miedo, prejuicio o indolencia no tendamos la mano al otro y nos esforcemos, juntos, para hacer de esta vida el reinado del Amor.

Thursday, 10 June 2010

SEPTEMIO (cuento)


















I

negrura


Navego vendada en lago de oscuridad,
adivinando por fe la luz de las estrellas.


II

amor

Desde las selvas precámbricas hasta el café parisino de 1943,
centurias de intenso recorrer tornando a mis sueños en brújula,
intuyéndote en el perfume de una ráfaga inesperada,
en el eco argentino de una lejana canción,
en el brillo acuoso de una mirada tres segundos demasiado larga
--esperando, siempre esperando, que algún día finalmente seas tú.



III

nocturno

Serena, bruma, sombra;
espliego, romero, álamo;
ylang-ylang;
plata;
falda, gitana, panderos;
guitarras, romances, sonatas;
arena, río, gemido, peces;
rocío, seda;
tibio, lirio;
suspiro;
estrella;
piel;
quietud;
ambrosía;
brasas;
alma, paz;
ensueño, amor;
hombre, mujer, mundo, vida;
ocaso, noche, amanecer.
Mañana.
Mía.


IV

íntimo

Se abarcan. Se tocan...
sus dedos entretejiéndose,
sus cuerpos hilvanando un tapiz oriental;
un tantra sagrado de voluptuosa rigidez,
el brillo de la piel goloso, opulento como las carnes,
las caídas, las montañas, los bosques cruzados de salados arroyuelos,
decorados con sombras juguetonas que salpican aquí y allá,
acariciando, dibujando deslizantes el volumen,
el espacio, la unión subyugante,
serpiente azteca sin principio ni fin,
hermosos sacrificios humanos ondulándose sobre el altar,
llanto y risa en una sola faz, león y cordero
cambiando de lugar, una y otra vez,
devorándose a lengüetazos, profundos, obscenos,
urgentes como el sismo pélvico que los hace danzar,
el uno con el otro, el uno sobre el otro, el uno contra el otro,
el uno en el uno, el uno en el todo,
el todo en la reacción física que atiza llamas,
que engendra chispas, que crea súper novas y luego hoyos negros,
el olor a vainilla y fresas viajando en nebulosa por todo el universo.


VI

silencio

Se me cayeron las palabras en el silencio
espeso y empalagoso de la miel rancia
que aún conserva una burla de dulzura
de la flor primaveral que fue fuente de su origen.
Estoy muda de dolor, ensordecida por mis gritos silenciados,
por el aullido inaudible enrroscado en mi garganta enmohecida,
fría como mi vida, destruida como mi suerte,
larga, lenta y triste como mi fin
que no llega, que no aplaca, que no se apiada de mi
y me deja desnuda ante el cristal distorsionado
de tu espantosa mentira, cruel, maligna,
filosa, ardiente, vergüenza silenciosa, cuchillo cazador,
instrumento fiel de la muerte,
verdugo inevitable de mis palabras sepultas,
fantasmas errantes que no llegaron a nacer...


VII

némesis

Hiero con crueldad a los que me hieren.
Con sutil malicia los veo debatirse en la telaraña tejida por mis dedos,
Ariadna sepulcral robando el hilo de las Parcas,
girando la rueca del destino, indiferente ante las gotas de mi sangre
derramadas por el huso, que salpican, con obscuros rubíes,
el fino arte de mi venganza.